Morelos es un territorio de encuentro e intercambio cultural. Las manifestaciones artísticas populares cuentan con una riqueza vasta y continuamente se renuevan. Por primera vez, la herencia cultural de las comunidades morelenses está reunida en el Atlas de las culturas y los pueblos de Morelos, que puedes consultar de manera gratuita aquí.
La cultura morelense es un tema que requiere sensibilidad para aprenderlo. Morelos, como entidad federativa, es un estado joven, un territorio de paso, comunicación y trasiego que a pesar de su corta extensión, en comparación con los demás estados del país, pertenece a varias regiones culturales. Su delimitación política no obedece a una frontera cultural. No hay una sola cultura morelense; las que aquí se manifiestan son diversas y en general compartidas con otras entidades federativas. Fuera de las expresiones que se han extendido por todo su territorio, como los chinelos y la música de banda tradicional, entre algunas otras, no es fácil denominar algo como “de Morelos”. Sin embargo existe. Esas expresiones compartidas adquieren nuevas formas y significados al ser recreadas por los pueblos que habitan el estado, quienes las toman y les aportan contenidos relacionados con su entorno, con su forma de existir y de ver el mundo. Las hacen suyas. Los autores de este libro han dedicado buena parte de su vida a identificar estos rasgos culturales, estudiarlos y trabajar para su desarrollo, vertiendo esa valiosa información, muchas veces inédita. No existen trabajos editoriales semejantes a este Atlas: ése es uno de sus valores. Atiende un vacío editorial sobre la cultura popular de nuestro estado. Es un primer esfuerzo por reunir información acerca de esta temática. Al conjuntarse, presenta una panorámica de las culturas morelenses hasta ahora imposible de contemplar en forma impresa.
Para llevarlo a cabo fueron necesarios varios factores: la iniciativa de realizarlo, que nació de Fernando Hidalgo, coordinador del proyecto; la conformación de un equipo de personas con el suficiente conocimiento y cariño por las culturas morelenses que se encargara de la elaboración, y, finalmente, una institución con probado carácter social e interés por el tema, como la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), para materializarlo a través del oficio editorial de Francisco Rebolledo y su equipo, que componen la Coordinación de Encuentros y Diálogo del Programa Universitario de Estudios de la Complejidad y Formación de Ciudadanía. Asimismo, este proyecto contó con el auspicio del Patronato Universitario, gracias a su director Mario Caballero Luna. Sin alguno de estos elementos no tendríamos la oportunidad de acceder a este útil y hermoso libro.
El equipo encargado de investigar y generar los contenidos estuvo conformado por Óscar Cortés, Gustavo Garibay, Ricardo Ma. Garibay, Fernando Hidalgo, Patricia Jiménez Pons, Miguel Morayta, Jesús Peredo, Lizandra Salazar, Víctor Hugo Sánchez, Juan Antonio Siller, Yolanda Rivas, Francisco Suástegui, Fernando Vela y Norma Zamarrón. Y a cargo de la fotografía: Fernando Soto, Fernando Hidalgo, Ricardo Ma. Garibay, Juan Antonio Siller, Daniel David Rubí, Matilde Sánchez y Rodolfo Candelas. Todos expertos en la materia.
Con 16 capítulos, el Atlas abarca un amplio rango de contenidos que va de lo ancestral a lo actual, históricos y contemporáneos a la vez, como las tradiciones vivas y vibrantes: pueblos indígenas de Morelos; tejidos sociales regionales de los pueblos indígenas; vida ritual; lengua madre; fiestas populares e indígenas; calendario de fiestas populares; arte popular; teatro y danza tradicionales; teatro-danza tradicional de los Tecuanes; panorama de la música popular; bandas de viento; gastronomía popular de recolección; guisos y gustos; medicina tradicional; arquitectura vernácula, y arte y culturas emergentes.
El Atlas de las culturas y los pueblos de Morelos reúne, por primera vez, textos e imágenes que surgen de toda una vida dedicada a la investigación y gestión de la cultura morelense.
Nos da un panorama que, debido a su naturaleza, a menudo se renueva, se resignifica y se adapta; nos adentra en las diferentes expresiones que emanan de las formas de vida de Morelos. La información contenida en el Atlas da sustento a la identidad de quienes habitamos este estado. Nos habla de quiénes somos, cómo hablamos, qué comemos, cómo y cuándo celebramos, cómo vestimos y danzamos, lo que nos es importante y lo que nos es sagrado; en suma, ahonda en las formas en que los morelenses hemos decidido habitar este mundo. Allí está lo que nos mantiene orgullosos de esta región, a pesar de los terribles momentos que vivimos. Lo que el libro expone da significado a las vidas de quienes crean, recrean y viven estas culturas, y es fuente de ello para cualquiera que decida acercarse, vivirlas y disfrutarlas.
Mención aparte merecen, por un lado, el calendario de fiestas populares, que nos permite seguir el pulso cíclico de la vida tradicional del estado, pues en estas celebraciones convergen, aportan felicidad y adquieren un sentido muchas de las expresiones de los pueblos. Y, por el otro, los mapeos de las celebraciones de los municipios y el cruce entre éstos y el realizado por la UAEM para el Atlas de la seguridad y violencia, que nos arroja como resultado la relación que existe entre un territorio con baja actividad cultural tradicional y la violencia. Visto así se antoja terrible. Territorios que han sido devastados, despojados de su cultura popular, en los que el crimen y la violencia han proliferado. Pero también es esperanzador que en los territorios donde la sociedad aún puede abrevar de las expresiones culturales que le dan identidad, la violencia y el crimen no tienen tanto poderío, especialmente entre los jóvenes. Alguien que sabe quién es, de dónde viene y cuánto vale el lugar que habita, tiene mejores herramientas para lidiar con esos embates.
El ejercicio pleno de los derechos culturales de los pueblos de Morelos es fuente de convivencia creativa y gozosa y antídoto contra la desesperación y la violencia. Garantizar esos derechos es, por supuesto, tarea del gobierno, pero también de instituciones educativas como la que nos reúne, estimado lector, y de nosotros mismos, los ciudadanos, que abonamos al exigirlos, vivirlos y respetarlos. La lectura de este libro aporta en ese sentido: no podemos proteger o valorar lo que desconocemos.
Estamos, pues, ante una publicación que busca convertirse en un referente obligado para quienes se acerquen a las culturas de los pueblos de Morelos, pero también frente a la oportunidad de hacer del Atlas un ariete y un puente, tras el enorme esfuerzo que requirió su edición, tanto de recursos materiales como de reunión de conocimientos y artes. Un ariete que, por su belleza y calidad, abra las puertas para que las culturas de los pueblos lleguen a los lugares a los que se les ha negado el acceso; y un puente para que, una vez abierta esa puerta, la gente pueda acercarse y vivirlas y disfrutarlas, pues para eso es que existen. Aquí está la oportunidad, se ha materializado y de nosotros depende hacer uso de ella. Estamos vivos, somos afortunados, las culturas de los pueblos de Morelos nos rodean y cobijan. ❧