Voces de la comunidad

El psicodrama y El teatro espontáneo. Entrevista a Andrés Cortiñas

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Andrés Cortiñas, actor, médico titulado y psicodramatista, vive y estudia en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y actualmente emprende un proyecto de construcción de una aldea autosustentable. Andrés nos comparte sus reflexiones sobre el psicodrama y el teatro espontáneo en la búsqueda de la sanación del espíritu en la sociedad actual.

¿Qué es el psicodrama?

Según las palabras de Jacob Levy Moreno, su creador (1889-1974), el psicodrama es “un método para sondear a fondo la verdad del alma”. Moreno incursionó en el trabajo con grupos humanos desde sus primeros momentos en la universidad; con los años y la experiencia dio nacimiento a la socionomía, definida como la ciencia que explora y se ocupa de las leyes y el desarrollo de las relaciones sociales. Uno de sus primeros productos artísticos fue el teatro de la espontaneidad, con el que buscó “un teatro sin más argumentos que los de la vida misma”. Este teatro peculiar sentó las bases para el desarrollo posterior del psicodrama, a consecuencia de un proceso del individuo que conlleva continuas transformaciones, sujeto de manera directa a las posibilidades de interrelación y de vínculo con el otro, mismas que van estructurando sus modelos de conducta y cristalizan los de amor y desamor. De acuerdo con Moreno, estos roles estructurantes se constituyen desde la matriz original familiar y social como estereotipos de la acción y de las relaciones. A este fenómeno lo denominó “conservas culturales”. El fin último del psicodrama es la devolución de la espontaneidad y creatividad para que el individuo sea el protagonista de su propia vida.

El psicodrama, al igual que la psicología, parte de la investigación y el estudio de la psique (entendida como el alma), pero con la peculiaridad de que su estudio se realiza en la acción. En este sentido, el psicodrama, junto con sus técnicas y recursos, equivale al a abrir una ventana que nos permite ver tanto al interior como al exterior; ver desde uno mismo y encontrarnos con el otro, ubicarnos en su lugar y observar desde su propia visión. Se trata de representar las relaciones humanas.

Me parece que esto es el principio de cualquier tipo de reconciliación, haciendo a un lado los fantasmas que se proyectan e interponen en la comunicación humana (transferencia en el psicoanálisis) y permitiendo el restablecimiento de la tele (empatía de doble dirección).

Hay una historia contada por Moreno, en la que refiere un encuentro que tuvo con Freud en 1912, al asistir a una de sus conferencias en la clínica psiquiátrica de la Universidad de Viena en que trabajaba, en la que Freud terminó analizando un sueño telepático. Moreno cuenta que cuando salieron los estudiantes, Freud le preguntó qué estaba haciendo. Y él le respondió: “Bueno, doctor Freud, yo comienzo donde usted termina. Usted ve a la gente en el ambiente artificial de su consultorio, yo la veo en la calle y en su casa, en su entorno natural. Usted analiza sus sueños. Yo trato de darles el valor de soñar nuevamente. Le enseño a la gente cómo jugar a ser Dios”. Moreno cuenta, que Freud lo miró perplejo y sonrió.

Siento que esta escena contada por Moreno, que incluso parece que forma parte de sus verdades psicodramáticas, nos muestra claramente una de las vertientes en la clínica moreniana, cuyo objeto de estudio no es el ser humano sin la interrelación o como individuo aislado, sino el hombre en relación.

¿Cómo relacionas el psicodrama con el trabajo del actor? ¿Cómo llevas el trabajo del actor al psicodrama?

Son preguntas interesantes. Siento que el psicodrama ha nacido dentro de mi ser actor, redescubriéndome como ser humano y despertando nuevamente mi espontaneidad creadora. Ahora que estoy a punto de terminar la maestría en psicodrama y coordinación de grupos, percibo cómo mi ser actor ha resurgido de sus conservas culturales, podríamos decir que ha abandonado el “deber ser”, al molde protector (lo apolíneo), y permitió aflorar lo dionisiaco sin censura, logrando que la pasión encienda las fibras de mi cuerpo orgánico a través de la mirada del espíritu. Y hablo de esto porque la pasión es sustancial para el proceso creativo, es un impulso proveniente de lo desconocido, “es la espontaneidad creadora en acción”, de acuerdo con Moreno, que moviliza el contenido del inconsciente (individual y colectivo), para ser encarnados por el actor mediante el proceso de simbolización y concretización. No he experimentado este descubrimiento como actor en una propuesta escénica desde que salí de la licenciatura de teatro en La Rueca.

En cuanto a la segunda pregunta, referente al psicodrama desde el trabajo del actor, me parece que he visto muy claro cómo el trabajo previo en actuación me ha dado una mayor consciencia del cuerpo y de la expresividad en el desempeño de los roles, permitiéndome ser un “yo auxiliar” dispuesto para la acción, con más herramientas para el momento de la dramatización; con un fin terapéutico. Asimismo, considero que en este proceso de formación he sido más flexible al zambullirme en el autoconocimiento, reconociendo mis instantes de parálisis y transferencia y logrando realizar nuevas respuestas a las viejas situaciones, al tiempo que voy accionando respuestas adecuadas para los instantes del presente; siempre desde la sinceridad de los vínculos.

¿Cómo incide el psicodrama en una comunidad?

El psicodrama, como método de acción, concretiza las interrelaciones comunitarias en el espacio y en el tiempo dramático, promoviendo una construcción colectiva entre éstas, conforme a los vínculos reales presentes en sus redes, con la posibilidad de otorgarle un espacio de expresión a las necesidades, los sueños y los deseos de la comunidad.

Esto, además, es algo que se logra de manera ejemplar mediante el teatro espontáneo, que consiste en la apertura de un espacio para que la gente cuente sus historias y las vea representadas, poniendo en movimiento pensamientos y sentimientos colectivos, que permiten un proceso de reestructuración de los roles y de sus interrelaciones. Este último método es una vía en la transformación social de una comunidad desde la teatralidad como método expresivo y de comunicación, que resignifica los contenidos individuales y colectivos, teniendo como fruto la espontaneidad creadora de la comunidad.

Aun cuando no existe una constatación científica, me parece que la acción de un grupo humano se transfiere, al instante, al resto de la especie, y los contenidos que se van asimilando pasan de inmediato a la psique colectiva que los archiva y emite su resonancia mórfica propia (Rupert Sheldrake, 2009). Trasladando esto al lenguaje de Moreno, sería la acción de la actividad télica que se comparte entre los individuos de un grupo, promoviendo la comunicación e interacción.

Se le llama relación télica a lo que sucede en el encuentro de dos seres humanos, como una empatía de doble dirección; es cuando existe una mutualidad en la emisión y la percepción entre dos personas. Ambas se eligen positiva o negativamente. Si una escoge la primera y la otra la segunda, no hay encuentro. Sucede sólo cuando los dos coinciden, aunque sea en una conexión negativa.

El teatro espontáneo, junto con el psicodrama y el sociodrama, es uno de los métodos sociátricos desarrollados por Moreno, encaminados a la intervención terapéutica y a la psiquiátrica social.

De manera precisa, el teatro espontáneo (en sus orígenes, teatro de la espontaneidad) consiste en la narración de historias por parte de las personas que asisten a la función, historias que son representadas al instante (ya sea por individuos que acuden a la obra o por actores entrenados para ello), que incluyen improvisación, música y danza.

Desde el psicodrama, este método moviliza procesos de creación colectiva del conocimiento, siempre liberando la espontaneidad creadora de los participantes y permitiendo la apertura de la mirada desde la visión del otro.

Como parte de esta entrevista, me permito anunciar el VI Foro Latinoamericano de Teatro Espontáneo “Semillas diversas en un mismo suelo”, que se realizará en Tepoztlán, Morelos, los días 5, 6 y 7 de febrero del año en curso. Este encuentro se lleva a cabo cada dos años en distintos países de América Latina, y en esta ocasión el eje temático del encuentro focaliza su perspectiva en las miradas diversas que se comparten y se encuentran en un mismo suelo, que se compone de un vasto territorio, donde las semillas pueden ser sembradas para cosechar un mundo nuevo, construido desde la colectividad, desde las redes y los vínculos humanos. 

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