Conjeturas imposibles es el libro más reciente de la escritora morelense Andrea Ciria, una de las propuestas literarias que apuestan por lo fantástico y que dialoga con la tradición mexicana en la que se encuentran nombres como Amparo Dávila y Francisco Tario.
Uno de los hallazgos más reveladores de mis últimas lecturas ha sido Proyectos de pasado de la rumana Ana Blandiana, cuya literatura breve tiene sus cimientos sobre interrogaciones, misterios fantásticos y espejismos construidos tan perfectamente que, por momentos, hacen creer al lector que la estructura de esa realidad paralela no es disímil a la nuestra. Y es que para esta escritora “lo fantástico no se opone a lo real, sino que constituye sólo su representación más llena de significados”1“Prólogo”, de Viorica Patea, en Proyectos del pasado, Periferia, 2008.. En otras palabras, lo fantástico para Blandiana es una extensión de la realidad, no su antítesis ni el lado opuesto.
Podría partir de esto para referirme al segundo libro de la narradora morelense Andrea Ciria, titulado Conjeturas imposibles, editado por la valiente y tenaz editorial Lengua de diablo, que se ha dedicado durante más de cinco años a publicar a autores emergentes que exploran los llamados géneros especulativos. Si algunas pistas sobre sus obsesiones había desvelado Ciria con su primera novela, La sonrisa ajena (editada en este mismo sello en 2015), donde traza una historia con aires fantásticos y de horror, esta vez deja en claro que la escritura que teje busca atravesar los senderos de lo inexplicable.
Los ocho relatos que componen el título son puertas hacia una realidad que, sutilmente, va quitando sus capas, hasta revelar el factor fantástico. Se trata de un libro breve (ninguna historia rebasa tres o cuatro páginas), que tiene la virtud de esconder la escritura. Hay que hendir las palabras visibles para mirar otros detalles. Hurgar en lo no dicho para llegar al núcleo del texto y, tras dar con él, mantenerlo un rato en la lengua.
Andrea es, sobre todo, una tejedora de lo invisible.
Hay ecos que resuenan claramente en la escritura de la morelense. La tradición en la que se inscribe es aquélla que se formó con las lecturas de Poe y Kafka, y que configuró una generación mexicana que fijó las fronteras de la ficción extraña nacional. Su pluma quiere, al mismo tiempo, continuar una brecha que abrieron escritoras como Amparo Dávila, Guadalupe Dueñas, Inés Arredondo, Remedios Varo, Leonora Carrington (estas dos últimas, a mi parecer trazaron toda una narrativa fantástica en sus pinturas y esculturas), quienes desarrollaron el género, algunas fuera del centralismo literario, y por tanto, a contracorriente.
A las historias de Conjeturas imposibles las recorre un halo siniestro. Enanos perversos que buscan presas humanas (“A la medida”); vapores malignos que emergen de algún sitio desconocido (“Emanación”); viajes a pasados nada lúdicos, con guerras que suceden en contextos inexplicables y fuera de nuestro tiempo (“Vaivén”); hombres que cuentan con la capacidad de embarazarse (“Hipocampo”), en suma, son postales de ese universo enigmático.
Los personajes de Andrea se pierden en la búsqueda de algo, persiguen un objetivo confiable (identificar un lugar, entregar un paquete, vender una casa), que al final se desdobla o se elimina o se reconfigura; su existencia es secuestrada por la irrealidad y puesta en otro escenario del que no hay escapatoria. No por nada los nombres de los protagonistas (Dervia, Tanesh, Beatricze, Cytara, Tekei, Áteno) marcan cierta peculiaridad en el estilo de Ciria: son parte de la apuesta por la construcción de un mundo extraño.
Conjeturas imposibles fue ganador de la primera convocatoria para publicación inédita en cuento, de Lengua de diablo, y forma parte de una serie de libros que ven la luz a finales de 2017 y principios de 2018 (como La nave eterna, de Efraím Blanco, que obtuvo una mención honorífica en la primera edición del Premio Bellas Artes de Cuento Hispanoamericano Nellie Campobello; El frasco de uñas, de Julián Cervantes, y Un día para acabar con todo, de Gustavo de Paredes, ambos ganadores de la convocatoria para obra inédita del FEDEM y de la Escuela de Escritores Ricardo Garibay; espero hablar pronto de ellos).
Estos libros empiezan a crear un mosaico de escritores morelenses dedicados a la literatura rara, fantástica y de ciencia ficción. El retorno de Andrea Ciria al panorama nacional, sin duda, suma y enriquece esta escena.
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