Con la espléndida vista del valle de Cuernavaca que se contempla desde el séptimo piso de la Torre Universitaria como telón de fondo, tuve la oportunidad de charlar con el rector de nuestra casa de estudios, Dr. Jesús Alejandro Vera Jiménez, acerca de un tema que lo apasiona y que lo ha llevado a realizar inéditas y valientes acciones en ese campo: la función social de la universidad.
“UNIVERSIDAD Y SOCIEDAD” es el tema de este primer número de la Voz de la tribu. Háblanos de ello.
Nuestra universidad no podría entenderse ni explicarse sin el desarrollo de la sociedad morelense. La UAEM surge como un proyecto de la sociedad en el cual se trata de dar a esta entidad un nuevo rostro, así como oportunidades de desarrollo a diversos sectores de la población. Recuerdo con mucho cariño algunas experiencias que narraban los fundadores de la universidad, particularmente aquellos profesores decanos que todavía tenemos en nuestra institución. Ellos explicaban cómo salían a las calles a motivar a los jóvenes para que se inscribieran en la universidad, para que estudiaran el bachillerato y llegaran luego a nuestras aulas universitarias. Creo que el binomio de la UAEM con la sociedad es un binomio perfecto, que no podríamos entender si no conocemos la historia de nuestra institución.
Al lema tradicional de la universidad, “Por una humanidad culta”, en tu administración se ha añadido aquél que reza: “Por una universidad socialmente responsable”. ¿Por qué este último lema?
Porque de lo que se trataba en esta administración era de recuperar en su dimensión histórica y cultural el devenir de nuestra institución, de darle el justo reconocimiento que ha merecido a lo largo de los años, y proyectar en la vinculación directa con distintos sectores y actores sociales este carácter, esta vocación de la universidad, porque todos los que nos formamos aquí reconocemos que lo hicimos de cara a la sociedad. En nuestras prácticas, en nuestro servicio social; en muchos de nuestros espacios formativos siempre estábamos reflexionando sobre la sociedad, o en contacto directo con ella. El lema “socialmente responsable” es el complemento que yo quise darle como sello de la gestión al lema “Por una humanidad culta”; es decir, una humanidad culta no podría entenderse sin la responsabilidad social de una institución como la nuestra.
No solamente has puesto este lema a la universidad, sino que estás llevándola en esa dirección, en ese sentido. Por las acciones que has realizado, veo que el lema no es retórico o discursivo, ya que la universidad se está involucrando en los problemas de la sociedad.
Sí, y para lograrlo la universidad se está desplegando; su capacidad académica se ha venido desplegando a lo largo y a lo ancho de todo nuestro estado. Tenemos sedes que no son propias de esta administración, pues desde administraciones anteriores se venían sembrando espacios universitarios, pero ahora hemos decidido darle un fuerte impulso a la conformación de sedes universitarias en distintos municipios; así, tenemos ahora en puerta las sedes de Axochiapan, Tepalcingo, Atlatlahucan, Miacatlán, Tetecala, entre otras que estamos ya impulsando, como la de Puente de Ixtla, Atizapán, en fin. Quiere decir que la universidad está dejando de ser esa institución napoleónica y se está convirtiendo en una universidad del pueblo y para el pueblo. Ahí es donde estamos tratando de desplegar todas nuestras capacidades como una universidad de docencia y de investigación, pero sobre todo una universidad volcada a la extensión, donde atendamos no sólo a los sectores que están en la edad de ingresar a las aulas para realizar estudios profesionales, sino a todos los sectores de la sociedad, con programas de formación para la vida.
Es decir, de las actividades sustantivas de toda universidad: la academia, la investigación y la extensión, el lema, aunque implica tener buenos académicos e investigadores, va muy unido a la extensión, porque, como acabas de señalar, implica llevar esta labor a todas las comunidades del estado. En este sentido, siento que ha habido, en los actos que has realizado desde que asumiste la rectoría, una reconformación de la Secretaría de Extensión, un rescate del sentido de la extensión, porque en muchas universidades la extensión se volvió casi sinónimo de difusión cultural: sus actividades primordiales eran realizar eventos culturales…
En el mejor de los casos…
Es cierto, en el mejor de los casos, y el servicio social. En cambio, las acciones que estás llevando a cabo están revalorando, poniendo nuevamente en su lugar lo que sería una verdadera Secretaría de Extensión. ¿Cómo has ido perfilando estos cambios y cómo los has hecho?
Desde mi punto de vista, la extensión no tiene que obviar el momento histórico que la universidad está atravesando, el cual considero que es el de una emergencia nacional y, por supuesto, hablar de extensión desde la universidad implica hablar de este momento histórico, que demanda una reconformación total. ¿Por qué?, pues porque estamos viviendo una escalada de violencia, de delincuencia, que deja de manifiesto el deterioro en que se encuentra nuestra sociedad, el deterioro en que se encuentra nuestro estado. Esto nos plantea la urgente necesidad de que las instituciones nos replanteemos, de cara a la ciudadanía, acciones para enfrentar ese desafío, como lo son los programas de atención a víctimas, o los de derechos civiles; programas muy vinculados a todo lo que tiene que ver con movimientos sociales; programas que, desde mi punto de vista, se vuelven una urgente necesidad para construir ciudadanía y desde ahí tratar de reconstruir y reconformar el tejido social que está tan deteriorado en nuestra sociedad.
Esto explica porqué Javier Sicilia es secretario de Extensión.
Así es. Porque esta universidad ha decidido hacer suya la agenda del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que es un movimiento de movimientos de ciudadanos que no buscan posicionarse partidista ni políticamente; que en cambio buscan hacer una acción política que permita reconstruir a la víctima de la violencia como un sujeto con derechos, como un sujeto que tenga la capacidad de movilizarse, que tenga la capacidad de interlocución con los distintos poderes del estado; y, por supuesto, Javier Sicilia le ha venido a dar a nuestra institución este nuevo rostro de la extensión; rostro que creemos debe tener nuestra universidad de cara a la ciudadanía.
Por otra parte, dentro de las otras actividades sustantivas de la universidad, la academia y la investigación, viéndolas de cara a la sociedad, es importantísima su labor crítica. Veo con gusto que han surgido voces críticas de muy alto nivel en esta universidad. Esto lo constaté en el discurso que leyó el doctor Javier Oliva en el reciente foro de Diálogos Políticos para la Paz que organizó la UAEM. Un discurso muy crítico y bien estructurado, que toca puntos nodales de la problemática actual. Tú mismo, en el discurso que pronunciaste el día que se hizo la marcha con motivo del asesinato del doctor Alejandro Chao, hiciste señalamientos muy críticos. Me gustó mucho cuando hablaste de la violencia como un problema estructural…
No podríamos pensar que una extensión de esta naturaleza pueda abstraerse totalmente de su esencia crítica; la universidad por naturaleza tiene que ser crítica del devenir histórico y tiene que develar la realidad y ponerla al descubierto para formar realmente ciudadanos que estén en posibilidades de empoderarse y de construir un futuro diferente. En ese sentido, en el discurso que estamos impulsando, que estamos definiendo en esta gestión 2012-2018, tratamos de poner al descubierto aquello que, a través de la reflexión, de la investigación empírica, nos hace suponer que está detrás de muchos de los problemas visibles, como lo es la violencia que estamos viviendo. Creo que la violencia estructural es lo que está detrás de toda esta problemática; muchos autores así lo consideran, y hay mucha evidencia empírica al respecto. Una violencia en la que vemos a muchos jóvenes excluidos, desafiliados de cualquier posibilidad de desarrollo personal, laboral o estudiantil. Es evidente que esto nos tiene que explotar en las manos en forma de violencia exacerbada como la que estamos viviendo.
La universidad por naturaleza tiene que ser crítica del devenir histórico y tiene que develar la realidad y ponerla al descubierto para formar realmente ciudadanos que estén en posibilidades de empoderarse y de construir un futuro diferente.
Los niveles de expulsión que estamos presenciando; el incremento desbordante del consumo de ciertos bienes y servicios por unos cuantos individuos de minúsculos sectores de la población en contraste con la imposibilidad que padecen la mayoría de los ciudadanos, de los morelenses, de los mexicanos, para tener acceso ya no digamos a los satisfactores que podríamos considerar superfluos, sino a aquéllos que garanticen su sobrevivencia, como la alimentación, son una evidencia clara y contundente de que no podemos explicar la violencia que estamos viviendo si no reconocemos esas problemáticas de naturaleza estructural. Esto aunado a cuestiones que tienen que ver con la falta de capacidad de respuesta de parte de muchas instituciones para atender estas necesidades urgentes. No vivimos en un estado de bienestar; en realidad no vivimos en un estado de derecho, y en ese sentido hay mucha omisión legislativa: están negados los derechos fundamentales. El derecho a la vivienda, el derecho a la alimentación y el derecho a la salud están totalmente vinculados a lo laboral y es entonces cuando nos damos cuenta de que hay muchos jóvenes, muchas personas desafiliadas del sistema laboral, sin un trabajo formal. Esto lleva a enormes desigualdades y a falta de oportunidades que dejan a estos jóvenes y a estas personas sin la posibilidad de tener los elementos mínimos de la subsistencia, como lo es la alimentación, la vivienda y, por supuesto, la salud; para no decir la educación, porque tenemos una cobertura en esta materia que anda alrededor de un treinta por ciento; esto es, el setenta por ciento de los jóvenes no tiene acceso a la educación superior en nuestro país. Estas condiciones inmersas en un contexto global en donde la economía y particularmente la acumulación del capital se han vuelto el eje fundamental del desarrollo, tienen que darnos las pautas para entender el porqué de esta violencia que estamos viviendo y que nos está afectando a todos.
Estoy de acuerdo contigo: la violencia que sufrimos es consecuencia de este sistema económico, del proyecto que triunfó desde la caída del Muro de Berlín; que triunfó no sólo frente al socialismo soviético (ése se derrumbó casi solito), sino frente al otro modelo capitalista de desarrollo, el del Estado benefactor, al cual considero la gran víctima del neoliberalismo.
Efectivamente, fue la gran víctima…
El Estado benefactor existía en muchos países de Europa. En México mismo, a la mexicana, teníamos un Estado benefactor que protegía a los ciudadanos y que creaba expectativas de movilidad social y de desarrollo económico. Con la caída del Muro de Berlín se impone el modelo del estado que va a velar por los intereses del capital y del mercado, frente al estado que velaba por los intereses de la sociedad. Hoy vivimos las consecuencias del Estado neoliberal. La universidad ha sido crítica en ese sentido: en tu discurso señalaste que el problema de la violencia va más a allá de que haya narcos o crimen organizado…
Claro, el tema de fondo es que se trata de un hecho social. Si criminalizamos la delincuencia, si criminalizamos al delincuente y volvemos esto una guerra entre policías y ladrones, en realidad no vamos a superar el problema. No hay que criminalizar; al contrario, hay que reconocerle su naturaleza social al fenómeno, hay que dimensionarlo en estas condiciones de explotación, en estas condiciones de miseria en la que se encuentran millones y millones de mexicanos. Lo importante es cómo plasmamos esto en acciones concretas; cómo marcamos una política pública, hacemos que se traduzca en formas de organización de la universidad y que se concrete en programas con presupuestos muy puntuales. No tenemos grandes presupuestos; no tenemos todos los recursos que quisiéramos para impulsar muchas acciones, pero sí le estamos apostando, por ejemplo, a la inclusión social: en este ciclo escolar 2014-2015 estamos esperando ansiosos recibir a nuestros primeros estudiantes que hicieron el examen de admisión en el sistema Braille, o con la ayuda de traductores de lengua de señas, o con asistencia para personas que tienen problemas neuromotores; asimismo, estamos esperando tener listos los primeros programas de licenciatura que reconozcan la realidad en su complejidad y con una visión intercultural. Vamos a abrir tres sedes con esta visión intercultural: Tepalcingo, Miacatlán y Tetela del Volcán, donde tenemos presencia indígena importante. Queremos generar allí una oferta educativa que entre en un diálogo de saberes con otros grupos étnicos, con otras poblaciones, y que por supuesto la universidad se nutra también con estas experiencias que son ancestrales; esto, entre muchas otras cosas que estamos haciendo. No hay que olvidar que nuestra universidad, al menos en materia de extensión, durante estos años estará apostándole a la atención a las víctimas, a la formación ciudadana y al programa de derechos civiles, donde estaremos muy vinculados con muchos movimientos sociales que se están levantando en nuestro estado y en nuestro país para reclamar más y mejores oportunidades como una estrategia fundamental para superar la violencia. Con Javier Sicilia está llegando gente a la que nuestra universidad le ha abierto las puertas; gente que viene de la sociedad civil, que viene de las luchas sociales, del trabajo cara a cara, y que está enriqueciendo muchísimo a nuestra institución.
Si no damos los primeros pasos para construir un mundo sin violencia, yo no sé qué país vamos a tener en los próximos años, qué país vamos a dejar a las futuras generaciones. Hay que asumir con responsabilidad nuestro compromiso; de lo contrario, estaríamos sumidos en el pesimismo, en la desesperanza, en el conformismo…❧
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