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Sin maíz no hay país

Sergio Ortiz
Comunidad de Tenextepango, Morelos

Es necesario que le entremos todos al maíz. La milpa va más allá de las mazorcas: va entretejiendo relaciones culturales maravillosas entre todos nosotros. Tejiendo voces…

¿Cómo podría el hilo de tu voz
entretejerse con el hilo de mi voz,
si no se encuentran en la acción?
Tendríamos que vocalizar una sola canción,
tenemos que armonizar nuestra orfandad
y analizar y reflexionar y sobre todo actuar.
¿Cómo podemos recuperar nuestro derecho a dar
sin esperar que alguien nos quiera callar?
Tendríamos que ponernos diariamente a trabajar,
acompañándonos siempre en nuestro andar.
¿Cómo podemos nuestros objetivos alcanzar
si sólo nos oímos y no nos escuchamos,
si solamente nos vemos, mas no nos miramos y
mucho menos nos entendemos?
¿Cómo podríamos tener nuestra única casa común segura?
Tendríamos que ponernos a tejer nuestro hacer,
nuestro saber,
con firmeza y seguridad, sin pensar siquiera en claudicar.

Sólo de esa forma, insistiendo, siendo pacientes, podremos conservar, recuperar, reproducir todo lo queramos, en el caso de semillas. Tenemos un banco de las semillas relacionadas con la milpa. En la milpa se dan 25 o 30 variantes de diferentes cultivos que se pueden cosechar, tener la primera cosecha sembrando el maíz en el concepto milpa. Una de las maravillas de ésta es que en torno a ella tenemos muchos cultivos e insectos. Podemos comer chapulines, jumiles y  conejos, por ejemplo.

Plutarco Emilio García
Coordinadora Nacional Plan de Ayala y Unión de Pueblos de Morelos

En los primeros tiempos, Quetzalcóatl entregó el maíz a los seres humanos para que se alimentaran. Los dioses de todas las culturas se encargaron de cuidar ese maravilloso grano. Centéotl y Chicometóatl, dios y diosa del maíz, cuidaron con amor el Tlayoli. Gracias a esos cuidados y a la sabiduría milenaria, este preciado cereal nos alimenta hoy. Generación tras generación en México, América Latina y otros continentes se ha alimentado y desarrollado gracias al maíz. México es centro de origen de ese tesoro alimentario: Coxcatlán.

Las regiones donde se registran más variedades de maíces criollos son la sierra sur, la Mixteca alta y baja, de Oaxaca; la sierra norte, de Puebla; la Huasteca veracruzana y potosina; los altos, de Chiapas, y la Selva Lacandona, así como la península de Yucatán. La milpa no sólo es un sistema integral donde se asocian y complementan varios cultivos; de la mata del maíz se obtiene infinidad de productos y subproductos.

Las organizaciones campesinas independientes libraron una fuerte lucha para sacar al maíz y al frijol del Tratado de Libre Comercio, pero el gobierno se cerró en su determinación de no sacrificar los más por lo menos, como dijo Fox. Cuando el campo no aguantó más, la lucha campesina se sumó a la defensa de la tierra. En 2003 se movilizaron en la Ciudad de México 150 mil campesinos que exigían la revisión del capítulo agropecuario.

Las transnacionales agroalimentarias y las políticas agropecuarias del gobierno mexicano constituyen el mayor obstáculo para la autonomía y la soberanía alimentaria del país. Hoy estamos importando 9.5 millones de toneladas de maíz, más de la tercera parte de lo que consumimos, 90% proviene de Estados Unidos. Fuimos exportadores en los años 50 y a principios de los 60. A finales de 2004 el congreso mexicano aprobó la ley de bioseguridad y organismos genéticamente modificados, mejor conocida como la ley Monsanto. El objetivo de ésta no fue proteger nuestras semillas, sino favorecer al puñado de monopolios agroalimentarios nacionales y extranjeros.

Son diversos los esfuerzos que en México y en el mundo se han hecho para defender las semillas como patrimonio de los pueblos. La red mundial Vía Campesina, la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, el Foro social mundial, y muchas organizaciones y movimientos nacionales e internacionales se encuentran movilizados desde hace décadas en defensa de las semillas nativas, los recursos naturales, la tierra y el agua. En 2007 surgió la campaña “Sin maíz no hay país”, cuyos objetivos principales son la defensa de los maíces nativos y la prohibición del cultivo de maíz transgénico, el fortalecimiento de los mercados locales, el derecho a la alimentación y la defensa de la soberanía alimentaria. Desde 2013, un grupo de organizaciones y científicos comprometidos hicieron una demanda de amparo ante un juzgado civil y administrativo para que se suspendiera el cultivo experimental y comercial de maíces transgénicos por parte de las dependencias federales; se logró la suspensión. Las transnacionales Monsanto, Pionner, Daw y otras, acompañadas por la Sagarpa y la Semarnat, contrataron a más de cien abogados para apelar dicha suspensión provisional: no obstante, los primeros días de este mes de noviembre, el magistrado federal Benjamín Soto Sánchez, del segundo tribunal unitario en materia civil y administrativa, confirmó la suspensión provisional para que la Secretaría de Medio Ambiente y la Sagarpa, no autoricen el cultivo experimental piloto comercial a las transnacionales de maíz transgénico.

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