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Libertad para Abdullah Öcalan, paz en Kurdistán

Havin Gunneser
Movimiento Internacional

Los kurdos son una nación de 40 millones de personas que viven en Medio Oriente, en un área llamada Mesopotamia, que ahora llamamos Kurdistán. Este pueblo fue repartido entre cuatro estados: Irán, Iraq, Siria y Turquía después de la Primera Guerra Mundial, como resultado de un tratado internacional.

Medio Oriente fue uno de los últimos lugares en donde se establecieron Estados-nación. Al crearse varios de ellos en la década de 1920, dejaron sin Estado a los kurdos. Su lengua, condición étnica y  cultura fueron prohibidas. Como en otras partes del mundo colonizado, empezaron por negar que fuéramos civilizados. Poco a poco hicieron olvidar a los kurdos quiénes eran. No les dejaban más opción que negarse a sí mismos para tener estatus, empleo, carrera… y seguir vivos.

En los años setenta, un grupo de estudiantes universitarios empezaron a estar juntos. Su líder era Abdullah Öcalan. Ocupó su lugar dentro de la izquierda turca, pero parecían cegados con la lucha de clases; no veían algo más y estaban obsesionados con el Estado. Öcalan decidió, entonces, iniciar un movimiento separatista, que incluía kurdos, turcos y otras etnias que viven en Turquía. Incluía mujeres dentro del grupo, lo que era una innovación. Así nació el PKK, que significa Partido de los Trabajadores del Kurdistán.

Si observamos los movimientos de liberación nacional, podemos notar que finalmente se sumergen en el capitalismo, de una manera o de otra. Parece su trayecto natural, independientemente de la ideología. 

Muchas mujeres se integraron al movimiento y al PKK, y desde adentro resistieron las actitudes patriarcales. Öcalan no ignoró estas críticas. Los hombres son esclavizados también, ésa es la razón de por qué tenemos el patriarcado como la última fase del capitalismo. Esto sólo resultó posible porque el orden social de las mujeres fue vencido.

Öcalan llegó a esta conclusión: que la esclavitud de toda la humanidad, naturaleza, todo, empezó con la esclavitud de las mujeres. La lucha de clases no es suficiente; si sólo nos ocupamos de esta parte podríamos estar caminando hacia una trampa. Señaló que “las mujeres son la primera clase, la primera nación y la primera colonia”. Observó que hay tres dimensiones en la forma en que nos esclavizan: la ideológica, el uso de la fuerza y de la violencia y el control de la economía.

Öcalan y el Movimiento Kurdo no consideran el patriarcado como la regla o como la única fe, sino como una anomalía. Para Öcalan, la sociedad que se rige por el matriarcado es la sociedad natural, lo que también se ha llamado sociedad orgánica, y las mujeres son las fundadoras y representantes de este tipo de sociedad. Asocia a los personajes dominantes masculinos, la jerarquía y la autoridad negativa con una cultura de la cacería, en la cual el objetivo principal es atrapar y matar a los animales.

Para la transición hacia la masculinidad tenemos que ver cómo se fundó el patriarcado, porque la idea de la feminidad y masculinidad es una construcción social desde hace 5 000 años. Si no entendemos esto, no vamos a comprender cómo se funda un Estado, institucionalizado durante 5 000 años. Öcalan considera la transición del matriarcado al patriarcado como una contrarrevolución, la primera contrarrevolución de la historia, y plantea que el neolítico fue la primera revolución y el Estado-embrión de la primera contrarrevolución. De la esclavitud de las mujeres, que no es biológica sino ideológica, tenemos esclavitudes que son la consecuencia de esa esclavitud, éstas son de la sociedad, la naturaleza, los hombres, la juventud; todo esto se imita a partir de la esclavitud de las mujeres.

Para acabar con el Estado no basta con decir que ya no queremos tener uno. Para detener la acumulación de capital y de poder está lo que yo llamo el efecto de bola de nieve, porque también el poder es algo que se acumula, y lo ha hecho durante miles de años. Tenemos varios problemas, el primero es que las personas ya no pueden gobernarse a sí mismas, se les gobierna desde algún lugar remoto centralizado. Es necesario regresar a la democracia y ser ecológicos, debemos tener una liberación de los géneros, así que no más sexismo.

No sé cómo funcione para ustedes, pero por lo menos con los kurdos hay algunos que dicen que por vivir en un pueblo pequeño son los menos afectados por el capitalismo, pero no es así porque el Estado no se trata sólo del capitalismo, sino también del patriarcado. La lucha de las mujeres no se trata sólo algo que ellas tienen, sino también una lucha que nos afecta a la sociedad y a la ecología.

Tenemos que hacer un análisis muy claro y radical del patriarcado y analizar la sociedad de una manera diferente de como se ha hecho hasta ahora. Öcalan define a la sociedad no como de clases o con una perspectiva de clase, sino con una perspectiva de los cambios morales y políticos a través del tiempo. Al inicio nos veíamos a nosotros mismos como parte de la resistencia global para implementar una alternativa, lo que él hizo fue presentarnos todas estas luchas como un retrato de lo que ha sucedido. No basta criticar cierto sistema y resistirlo, necesitamos crear una alternativa.

El Estado es una realidad de 5 000 años, y ellos tienen una teoría de lo que es la nación democrática, la democracia, la autonomía y la civilización; por lo tanto, presentan una historia que es coherente con la historia de los gobernantes, con la de los pueblos. Lo que queremos hacer en estos momentos con Siria y con Turquía es negociar la solución del Estado. Y como éste no puede aceptar la idea de personas que se gobiernen solas, el gobierno está atacando a los kurdos, y los kurdos están resistiendo.

El confederalismo democrático es la alternativa que estamos proponiendo, no se basa en los mismos principios que el Estado. Tiene valores universales, no se fundamenta en las etnias; estos valores son la libertad, la justicia, la igualdad, pero no la igualdad como generalmente se entiende.

Nos hemos dado cuenta de que el Estado no está listo para aceptar la idea que tenemos, pero las personas si están listas para defenderla y lo hacen en masa. No estamos hablando de una vía militar, sino que ellos quieren crear instituciones democráticas y colectivas, una economía colectiva porque también se tienen que crear alternativas económicas a las del Estado. Es algo que se puede gestar por medio de la educación, de las artes, desde la cultura, pero hay que reforzar estas áreas porque son en las que el patriarcado podría renovarse y perpetuarse. Los kurdos están ahora resistiendo y luchando en muchos frentes, pero al mismo tiempo, a pesar de las condiciones de guerra, están implementando autonomía, democracia y autoadministración.

Ésta es una resistencia que nosotros la llamamos de la humanidad porque no es sólo por los kurdos. Podemos ver ahora claramente que la sociedad matriarcal desarrolló lo que se llama “Fertilidad Creciente”, que es de donde venimos y de donde estamos resistiendo para que esta cultura no se destruya por completo. Podemos ver las raíces matriarcales en la lengua Kurda: “xen” y “xian”, significan mujer, “xian” es vida y tiene su raíz en mujer; por lo tanto, cuando decimos “xen xian azadí” donde “azadí” significa libertad, decimos que no podemos tener una vida libre sin la libertad de las mujeres.

 

Grimaldo Rengifo
Programa Andino de Tecnologías Campesinas, Perú

El conflicto es parte de la vida cotidiana. Lo que hace la modernidad es separar, hacernos pensar que hay un momento para estar en calma y otro para el conflicto. Nos hace huir del conflicto. Lo que nos enseñan las comunidades andinas es que el conflicto es algo que nos acompaña todo el tiempo, toda la vida. El problema no es el conflicto, sino cómo lo resolvemos. La fiesta es ese momento de la comunidad en el que se resuelve el conflicto, escuchando, platicando, se aplica una sanción según el problema y hay una reconciliación de las partes en conflicto para que, finalmente, continúe la fiesta.

En la fiesta andina no sólo conviven los humanos, sino también diferentes elementos de las comunidades. Por ejemplo, bajan las cruces de los cerros, para que escuchen misa, se purifiquen y puedan seguir cuidando de las comunidades. Se rompe, así, la visión antropocéntrica del mundo y se hace participar en la fiesta a las cruces, las deidades y las papas.

En el caso andino, uno de los trabajos ha sido la elaboración de calendarios agrofestivos, en los cuales nos damos cuenta de que cada fiesta está relacionada con la siembra de alguna planta. Por ejemplo, el caso de la fiesta de las cruces se relaciona con el cultivo de la yuca, ya que en una parte de ésta se cosechan las yucas. Esto crea una relación de crianza mutua. Este entendimiento del mundo rompe con la visión moderna y parte de una relación constante con la naturaleza. Los indígenas amazónicos han criado todo, las papas, las campanas, las cruces, hasta la Virgen. La claridad de las comunidades reside en ver todo como una constante relación con la naturaleza.

La interculturalidad es usada como la simple traducción de los contenidos coloniales a las lenguas originarias, como un caballo de Troya para destruir el conocimiento desde la propia lengua.

Los padres de familia de las comunidades amazónicas, cuando se les pregunta qué tipo de educación quieren para sus hijos, responden que las dos: una que parta de lo que somos, pero también la que proviene de afuera para entender lo que pasa en el mundo. Entonces, la pregunta es: ¿cómo aprendemos lo de afuera sin dejar de ser lo que somos, arraigados en nuestros saberes y nuestra comprensión del mundo? No necesitamos buscar afuera lo propio, ya lo tenemos, sólo hay que rescatarlo, recuperarlo, fortalecerlo. En Perú se han encontrado más de 400 señales campesinas para interpretar las lluvias, la siembra y muchísimas cosas más; eso es sólo la punta del iceberg, tenemos que rascarle y profundizar en el conocimiento de lo propio. Al mismo tiempo, encontrar la manera de no chocar con los saberes tradicionales y las formas naturales al intentar enseñar lo ajeno.

Munir Fasheh nos dijo que “antes de llevar, hay que recordar lo que tenemos”, como precondición para recordar lo que hacemos, esto es la desprofesionalización. Una de las precondiciones de la desprofesionalización no es sólo poner en duda lo que se sabe, sino desarrollar la capacidad de escuchar y escuchar es estar en el otro. Esto es condición para lo que Munir hace, que es estimular el recuerdo, y significa volver al corazón. Los indígenas andinos dicen “todo lo que sé está en mi corazón”. Por tanto, la única manera de estimular el recuerdo es volver al corazón, y la única manera de acercarse a ello es la intuición.

La segunda cuestión es el respeto. Desde la perspectiva andina es hacer las cosas en su momento y en su lugar. Tejer un mundo donde quepan muchos mundos sólo se puede hacer con respeto.

Para nosotros vivir con esperanza es la continuación de la crianza. Cuando queremos descubrir qué era lo que subyacía a la esperanza descubrimos  que era criar y ser criados, vivir los tiempos oscuros y dialogar con ellos para tener un amanecer menos tenebroso que el de ahora.

Así como olemos a naturaleza también olemos a Occidente. ¿Cómo debe ser nuestra dieta para sanarnos, para purificarnos? Por medio de la construcción de lo nuestro, empezar por ver lo que tenemos en casa.

Debemos preguntarnos: ¿de dónde somos?, ¿adónde pertenecemos? Son las preguntas iniciales y desde las cuales vemos el mundo; a partir de ahí es como un árbol, se enraíza, se arraiga, tiene su base fuerte y aunque venga un huracán no lo va a derribar. A veces pensamos que la modernidad ya nos descuajó y nuestra mestización es para sentirnos menos indios y superiores que los otros, pero no, tenemos que aprender de los pueblos, de los más humildes, y entrarle a la lucha espiritual, para desarrollar otras inteligencias.

 

Raquel Gutiérrez
Universidad Autónoma de Puebla, pez en el árbol

El tema de esta mesa es “Los caminos de la democracia radical”, pero ésa no es la clave en la que yo suelo pensar. Me gusta hilar el asunto de la posibilidad de la transformación comunitaria de la vida social y de la coexistencia. La idea más icónica de democracia no queda perfectamente embonada con eso, a menos que le demos un significado distinto, como el que se ha estado exponiendo aquí.

Podemos pensar la capacidad recuperada de producción política de las comunidades como una acción de producción. Se trata inicialmente de acuerdo y, después, de decisión, sobre asuntos que competen a todos. No es una noción de procedimiento, no es de elección por mayoría, es la producción de decisión política. Hay un tiempo para la política, otro para el acuerdo, otro para la escucha, hay un tiempo para la comprensión de los problemas y hay un tiempo para la articulación. Hacer eso es una tarea que conocen bien los compañeros de Cherán y muchos en otros espacios en donde la han cultivado de alguna forma. Esta capacidad de producir decisión implica ser capaces de hilarnos, de tejer nuestras voces, de escucharlas, para usar la palabra que aquí nos acuerpa, para construir las capacidades necesarias para determinar colectivamente los asuntos que a todos incumben porque a todos afectan.

La segunda idea que quiero poner en la mesa de nuestra discusión es separar la idea de representante o de representación de la idea de delegación, de la idea de voluntad individual y colectiva. En los Estados o las formas políticas neoliberales, las situaciones se articulan en torno a representantes. Se trata de una hipoteca, en el sentido de que se entrega la voluntad para que sea administrada de manera general durante un periodo, en el cual nos convertimos en impotentes civiles porque ya no tenemos manera de participar en esta producción de decisión política más que por una vía mediada. Esto es distinto a la delegación de la voluntad en que se mantiene el control. Si en cualquier momento la gente puede llamar a cuentas y remover a quien no está funcionando bien, la capacidad colectiva de producción de decisión no está hipotecada. En muchos casos paradigmáticos que hemos observado en Bolivia o en Oaxaca, por ejemplo, había representantes, pero la voluntad colectiva no estaba delegada. Obviamente esto tiene sus asegunes, sus dificultades, sobre todo cuando vamos más allá de lo local para pensar posibilidades de articulación supracomunitaria. Los mecanismos que a ras de suelo, a ras de localidad, funcionan bastante bien, cuando vamos escalando en el ámbito territorial o espacial empiezan a surgir dificultades. En todo caso, separar la idea de delegación de la idea de representación y distinguirlas claramente me parece fértil. Hay una reacción de sentido común, que dice, por ejemplo: “dónde vamos a caber millones de mexicanos para deliberar”, pero no se trata de amontonarnos a discutir en el Estadio Azteca. Podríamos imaginar formas de articular nuestros conocimientos.

La última idea que quiero poner en la mesa es algo en lo que más trabajo. Se ha estado planteando la necesidad de desafiar al Estado-nación, ir contra él. La cuestión sería pensar qué tanto formas políticas de democracia distintas a las habituales o formas de constitución de sistemas de gobierno que tengan hilos comunales en su médula, en su mera columna vertebral, pueden caber o no en el Estado-nación, qué tanto necesitan desafiarlo. En Sudamérica todo lo que hemos visto es que se necesita enfrentarlo. Lo han hecho los guaraníes o los quechuas. Cuando se han recompuesto los Estados-nación, vuelven a monopolizar la capacidad de producción de decisión, que se entregan a unos cuantos a través de partidos o de gobiernos “progresistas”.

Me gusta pensar en un horizonte comunitario popular en el que pudiéramos hilar estas enseñanzas. Se trataría de que en una práctica descolonial y anticapitalista nos animáramos a conceptualizar aquello que nos hace falta, para ir poniendo nombre a las cosas que creemos relevantes. Que pudiéramos, en este tejido de voces de una casa común, ir habilitando términos para nombrar las cosas que podemos considerar problemas comunes a superar, de la manera que decidamos producir colectivamente decisiones.

 

Raúl Zibechi
Centro Internacional de Estudios Sociales Frente Interbarrial de Montevideo

La idea del colapso tiene una historia en el pensamiento crítico, Rosa Luxemburgo dedica todo un capítulo de Reforma o Revolución a hablar del colapso. En nuestro pensamiento occidental, la idea del colapso ha sido poco desarrollada; sin embargo, en los pensamientos indígenas, estas iniciativas son claves porque la idea de la reconstrucción, sea lo que fuere el colapso, tiene dos posibilidades: o reconstruimos con los materiales legados por la modernidad occidental, la forma partido o la forma Estado, o reconstruimos con otros materiales. Esto es estratégico. La enorme cantidad de iniciativas que estamos experimentando sirve para desarrollar algo que estaba siempre subordinado. En el mundo de las mujeres es muy claro, es una cultura que siempre estuvo subordinada, pero que hoy tenemos la posibilidad de amplificar, profundizar, ampliar; una nueva cultura política, una nueva forma de estar en el mundo y de hacer.

Desde la Revolución francesa hasta hoy, todas las revoluciones reprodujeron el sistema. En la Revolución haitiana, una colonia francesa donde los blancos tenían plantaciones con esclavos negros, echan a los blancos de las plantaciones, pero los negros que detentan el poder después de la revolución tienen esclavos negros en las plantaciones. Es la reproducción de lo que hay.

El resultado de los gobiernos de izquierda es la profundización del capitalismo. Después de una década de gobiernos de izquierda tenemos más capitalismo y es de un tipo que no teníamos antes; hoy, el mantra del capitalismo es la inclusión financiera. Los salarios se pagan a través del banco, las políticas sociales de igual manera; la gente en la actualidad es menos libre que antes. El objetivo del sistema es eliminar la circulación del dinero, la subordinación al sistema bancario. Los gobiernos de izquierda, por ejemplo, en el caso concreto de Uruguay, incluso con Mujica, no han avanzado en la resolución de los problemas estructurales, sino que han beneficiado al capital financiero.

Lo otro de lo que quiero hablar.

Primero: nosotros debemos entender que los movimientos revolucionarios de hoy son hijos de los movimientos de mujeres. Cincuenta años de movimiento explícito, los pequeños codazos de la abuela en la cocina, al viejo; esos movimientos cambiaron el lugar de las mujeres en el mundo.

Lo segundo es cómo cambió ese lugar: no construyeron centrales sindicales del movimiento de mujeres, no hay comité central de mujeres por países. Existe un gran movimiento de mujeres o muchos movimientos de mujeres y lo han hecho sin recurrir a la política tradicional.

Tercero: han cambiado sacudiendo las microrrelaciones, las relaciones en lo cotidiano, en la familia, etcétera. Me parece que eso es muy importante porque es un movimiento que parte de lo más íntimo.

Cuarto: cambiaron fundamentalmente no destruyendo el patriarcado, han adquirido fuerza, se han puesto de pie, que es la manera como se cambia.

Por supuesto que subsisten muchos problemas, quiero mencionar dos de ellos: uno es la institucionalización, hay una parte del movimiento de mujeres, como del movimiento indígena, como de otros movimientos, que han sido cooptados por el Banco Mundial y las políticas de institucionalización. Un segundo problema, más estratégico, es que hace falta defender al mundo, es nuestro y ahí está la figura del guerrero. Puede haber una figura del guerrero no masculina, y eso es una creación de los pueblos indígenas. Conozco el caso del pueblo Nasa del Cauca; han creado la guardia indígena, es una guardia de protección y reproducción del mundo indígena, no armada, con bastones de mando. Me ha tocado conocer algunas guardias dirigidas por mujeres.

Una tarea fundamental de los varones es aprender a trabajar el ego masculino revolucionario, porque, si no lo trabajamos, nos lleva por un camino horrible. Una manera de trabajarlo es aprender a hacerse a un costado, porque hay un momento en el que se debe hacer, porque si yo le digo a las compañeras: participen, compañeras, ése no es el camino. El día que yo esté en un costado tendrán que asumir la responsabilidad. Esto no resulta fácil, es una tarea de vida. En la actualidad un buen militante revolucionario es el que tiene el ego más pequeño posible. Estamos en un punto en el cual nosotros, los varones, debemos dar uno o varios pasos en el sentido de aprender, no teóricamente, sino de dejarnos epidermisar por otra lógica en nuestra piel. Para una mujer golpeada da lo mismo que el golpe se lo dé Peña Nieto o cualquiera, no hay golpeadores de derecha o de izquierda. Nosotros tenemos que asumir el sentimiento, la epidermis de la mujer golpeada, que es la mitad de la humanidad; desde ese lugar podemos cambiar. La teoría crítica puede avalar lo que nosotros cambiamos en nuestra piel y corazones, pero solamente asumiendo el lugar del oprimido, del negro, del indio y de la mujer golpeada, es posible empezar a trabajar nuestro ego revolucionario, que es de los peores porque se justifica a sí mismo.

No soy partidario de abrir las universidades al pueblo, considero que éstas son parte del problema, pero es una idea mía, que no soy universitario. Me parece que hay toda una genealogía, que son los partidarios, los sindicatos, los estados, las universidades, que es parte del problema, no de la solución. Por eso comparto la idea de reconocer desde la universidad el papel protagónico de los conocimientos. Habría que discutir qué son los movimientos sociales, pero quedémonos con este montón de iniciativas concretas que para mí tienen la virtud de que la cultura de lo no jerárquico, de lo no capitalista, que se escondió en lo más íntimo de la reproducción de la vida, en el fogón, en la cocina, hoy está saliendo y profundizándose por los dos actores que pueden hacerlo, que son las mujeres con sus hijos y los jóvenes. Pienso que no hay alternativa que trabajar desde ese lugar, y no confío en que creando grandes coordinaciones, grandes estructuras, podamos multiplicar esa cultura. Ojalá se multipliquen, pero no va a depender de que se creen estructuras para multiplicarla.

La hidra es un fenómeno complejo, antipositivista, que resiste la consideración de que yo hago esto y tiene un resultado. Le corto una cabeza a la hidra y le salen dos, eso desafía toda lógica newtoniana-cartesiana. Nos implica ver el mundo y comprenderlo hoy, no como lo que parece, sino lo que es en el fondo. La tendencia fundamental en el mundo actual es la concentración de poder; nunca antes en la historia de la humanidad ha habido tanta y tan brutal concentración de poder, sólo que es una concentración de poder distinta a la que estábamos acostumbrados. En otros periodos de la historia, el rey o el Estado eran muy poderosos. Hoy la realidad es más compleja, porque hay muchas concentraciones de poder, múltiples y entrelazadas; tenemos capitalismo pero a la vez imperialismo, colonialismo y patriarcado, que son formas simultáneas de poder y brutal concentrado. Los fenómenos se dan conjuntamente y a escala macro y micro, entonces tenemos formas de colonialidad en las relaciones interpersonales y, por supuesto, de patriarcado, pero también patriarcado a escala global. Pero además tenemos militarismo y una concentración de poder nuclear como nunca antes en la historia.

Los vietnamitas, en 1973, terminaron la guerra con una victoria militar sobre Estados Unidos, la mayor potencia militar del mundo, se liberaron. Pero los tenis Nike se fabrican ahí, y cuánto le pagan a esos niños vietnamitas que trabajan para dicha marca deportiva… Y cuántas fábricas textiles y de ropa hay en Vietnam. La derrota militar, el triunfo de Vietnam, apenas consiguió algo, no todo. Y esto es un llamado a reflexionar sobre lo que hoy es el capitalismo, militarismo, imperialismo, patriarcado… El poder es muy grande.

Es necesario crear mundos nuevos porque adivinamos que el proyecto del capital es ahogarnos como especie, la muerte, y que dependamos en todo de ellos. Son dueños del agua, de la tierra, de los medicamentos, de la educación; por lo tanto, nosotros necesitamos construir espacios de autonomía integral. ¿Por qué de autonomía integral? Porque lo que estará en tela de juicio en las próximas décadas será si habrá agua para todos, si habrá alimentos y medicinas para todos. No podemos seguir dependiendo del capital, debemos crear nuestra propia medicina con las formas que hemos visto, medicinas tradicionales; las formas que podamos recrear o inventar, las más diversas.

Algo de lo más importante que nos han legado los zapatistas, aunque no lo dicen así, es plantearnos que: nosotros renunciamos a gobernar a otros, y que aspiramos a que todo mundo se autogobierne; ésa es la alternativa. Que en cada colonia, ciudad, barrio, la gente se autogobierne, porque si nosotros gobernamos a otros, sería oprimir, reproducir lo que hay. Pero hay gente que no quiere autogobernarse, entonces nos enfrentamos a un problema. Hay mucha gente, la mayoría, que no quiere autogobernarse, quiere tener al gobernante bueno, pero no desea autogobernarse porque representa mucho trabajo. Ahí hay un mensaje de que los otros se autoorganicen.

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