Hay un conocimiento dominante desde hace muchos siglos. Me parece que en las próximas décadas necesitaremos estar más juntos, agregar más nuestros conocimientos, nuestras instituciones, nuestra rebeldía, para ser competentes. No queremos ser conformistas ni incompetentes. No vamos muy lejos con rebeldes incompetentes. Por eso estamos en el otro proceso: juntamos eso que hace diez años era imposible.
Algo está pasando que lleva a esto: en este mundo nuevo debemos integrarnos por una inquietud que proviene de diferentes partes. Pienso que proviene de dos lados, principalmente. El primero, que vivimos un tiempo de totalitarismo del siglo XX, con conjuntos intelectuales importantes en diversos contextos; se vio que todas las utopías eran totalitarias, de izquierda o derecha, y que el pensamiento utópico que sigue la vía y la transformación gradual posiblemente se equivoca, porque en un proceso progresivo de reversa se retrocede y se corrige lo que se haya hecho. Es fácil. La utopía es algo totalitario, y eso llevó al reformismo, cuya forma más fuerte fue la socialdemocracia, que como ustedes saben está siendo derrotada en todas partes. Pero este sistema que nosotros criticamos presuponía que iba a realizar transformaciones graduales. Llegamos a la segunda década de este nuevo siglo y parece que no es posible nada nuevo, que no hay alternativa. Si nos movemos un poquito, nos encarcelan o nos matan, pueden destruir un país y ya.
La universidad está haciendo un esfuerzo para entrar a este proceso que va a ser muy difícil, porque las universidades, públicas o privadas, fueron creadas para formar élites. Después de mucho tiempo lo tenían todo; no necesitaban del apoyo de las clases populares. Desde hace 30 años las élites han formado a sus hijos en las universidades globales de Europa, de Estados Unidos, de Inglaterra. Ya no creen en las escuelas superiores nacionales, sin las cuales no es posible formular un proyecto de país. Tampoco les gusta la idea de un proyecto de país porque es una cultura global. Por eso hay la crisis financiera, porque en las universidades públicas de otros países desertaron en un proceso de profundo desarrollo social, porque no han creado todavía la base social alternativa. La base social que ha seguido creciendo son las clases populares, los movimientos sociales, las clases medias empobrecidas que pueden traer muchos conocimientos con jóvenes, presentes en nuestras universidades. Lo más importante es que éstas se abran y dejen entrar, además, esos grupos porque esta inclusión puede ser descubierta.
Hay que descolonizar el saber y las universidades. Las ciencias sociales necesitan descolonizarse. Las grandes teorías fueron creadas por unos cuantos autores cuando todos estaban muy enfocados en ese continente y no conocían más que Europa. Lo que no podemos hacer es seguir enseñando como nos enseñaron a nosotros. No resultará fácil descolonizar las ciencias sociales.
Es muy importante que conozcamos las amenazas del cambio sobre nuestras universidades. Las universidades influyentes están en un proceso de mecanización, porque quieren transformar el conocimiento universitario en supremacía. Por eso están divididas en dos grupos, las que tienen conocimiento con valor mercantil y las que no.
La epistemología que está detrás, a mi juicio, es una elección entre muchas otras que yo he llamado epistemologías del sur. Nuestras sociedades, que ahora están sufriendo, por tantas injusticias a las que han sido sometidas, son construidas por dos tipos de actores: los que no quieren recordar y los que no pueden olvidar. Estos dos tipos se oponen. La labor de nuestro conocimiento universitario ha sido dominado por la gente que no desea recordar.
Hay que intentar mantener en nuestras universidades la presencia de los que no pueden olvidar, la memoria, los sufrimientos, porque no es quedarse en el pasado, es creer en el futuro. Me parece que esforzarse en recordar para no poder olvidar es fundamental en estas ideas.
Las grandes teorías universales que pasan por las ciencias sociales fueron fundadas con la idea de que realmente la comprensión occidental del mundo es la única válida, y por eso insistimos en hacer comunidad. Si queremos una comprensión más amplia del mundo, tenemos que encontrar vencidos que no abandonan su lucha y tampoco son víctimas en el sentido de que los conocimientos nacidos en la lucha por parte de los que han sufrido sistemáticamente las injusticias del capitalismo, del neoliberalismo y de la guerra, traen ideas nuevas, formadas en la centralidad del conflicto de lucha. La sociología de nuestras ciencias produce cuestiones muy exigentes a pesar de que son muy resistentes, pero si partimos de la lucha, nosotros vemos esto y podemos dar un valor.
Necesitamos formar el conocimiento popular que aún sigue en la lucha, porque la mayoría de la gente no vive con conocimiento científico, sino con conocimiento popular. ¿Cómo podemos traer estos conocimientos a las universidades? Me parece que debemos impulsar, sobre todo, sus conexiones con ese mundo.
Creamos universidades para tener instituciones donde fuera posible estudiar, alimentarse y crecer; instituciones aisladas de la gente. Por eso creo que es necesario tener normas de convivencia en ellas. Es importante hacer extensiones en la universidad afuera.
Necesitamos tiempo para reconocer, antes que conocer. Por eso se requiere una economía del saber.
El primero de los conocimientos es el de los movimientos, de las organizaciones, sus pueblos. Nosotros podemos trabajar con esas dos cuestiones, a pasos agigantados, pero tenemos que partir del paradigma de reconocer para conocer, debemos pasar de un paradigma a una metodología activista.
Hay cosas que se pueden hacer. Debemos organizarnos con gente en conversas, en conocimiento horizontal, y también tenemos la promesa popular de los movimientos sociales, líderes de movimientos, de distintos movimientos, mujeres. El mundo se está cayendo, y ese peso no nos permite, a veces, imaginar una nueva sociedad, un nuevo mundo. Por eso necesitamos prepararnos para el enfrentamiento del futuro. Muchas instituciones y luchas democráticas no están funcionando porque fueron secuestradas. Necesitamos rescatarlas, y para eso hacen falta luchas urgentes.
La resistencia que creamos con otros nos gusta y nos alegra. Nos da esperanza grande cuando vemos que nuestras alianzas se van quedando, cuando vemos que las universidades “convencionales” abren sus espacios. Estamos creando aliados, y quizá con eso lograremos ser más competentes. ❧
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