LOS QUE NACIMOS A FINALES de los años setenta hemos crecido escuchando y viviendo un México en eterno déficit; algunos, en los noventa, vimos a nuestros padres perder el empleo y bienes a causa de la peor crisis en la historia del país. “Cuidado con obtener un crédito”, dicen los mayores. “Las finanzas y mercados son inestables”, dicen los periódicos. No conocemos otra realidad. Hace un par de años, al inicio de la administración federal actual, se anunció un ajuste de presupuesto y no se ha parado de decir que son tiempos de austeridad.
Con el paso del tiempo, la situación no parece mejorar para el ciudadano común. En el pueblo donde vivo se construyeron 26 mil viviendas de las llamadas “de interés social”, y algunas colonias quedaron aisladas; sólo se puede llegar por caminos de terracería que parecen ir a ningún lado, carecen de electrificación pública, agua potable y ni hablar de servicios de salud suficientes para atender a los oriundos y los recién llegados. Las escuelas públicas tienen sobrecupo de hasta 50 alumnos o más por aula; no hay espacio para todos, y los padres y niños deben buscar lugar en escuelas alejadas de sus hogares, lo que incrementa el gasto familiar por la necesidad de transportarse. El agua ahora es racionada; el manantial que abastecía ha disminuido su nivel dos metros en tan sólo 10 años. Únicamente se puede disponer del líquido vital en algunas colonias tres veces por semana, en periodos de cuatro horas cada vez; los que no tienen agua potable deben acarrearla cuando llega la pipa que les manda el Ayuntamiento de vez en cuando. El drenaje también es insuficiente, está a su máxima capacidad, y en temporada de calor aquellos espacios que antes eran campos de siembra, hoy llenos de concreto, despiden un olor fétido. En el lugar se bromea diciendo que “huele a tercer mundo”. En temporada de lluvias, el espacio que era óptimo para el cultivo por la inundación natural del terreno es un problema, porque el agua no tiene adónde ir y convierte las calles en auténticos ríos de agua sucia; luego los charcos, luego el dengue.
Por otro lado, existen sólo dos fraccionamientos residenciales, con 50 casas cada uno, de muy alto nivel económico; uno de ellos hasta tiene un helipuerto en su interior, que obviamente no se alcanza a ver de afuera por lo altas que son las bardas que “protegen” de la delincuencia, que se ha incrementado exponencialmente y cuyas cifras no son citadas por las instituciones. El cochecito que pasa a diario con una bocina anunciando las notas del periódico que vende es el que nos informa de los terribles crímenes que llegan a ocurrir. En realidad, no importa el nombre del lugar, el municipio es la célula más pequeña de la organización como República, y así nuestra República: poquitos ricos y muchos pobres viviendo las consecuencias de pésimas decisiones de quienes, se supone, administran los recursos.
Según información del Consejo Nacional de Evaluación Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en su más reciente publicación de abril de 2014, hay 53.3 millones de mexicanos que viven en condiciones de pobreza, y una de cada 10 personas, es decir, 11.5 millones, viven en pobreza extrema y no tienen los ingresos necesarios para un nivel mínimo de bienestar. La pobreza rural es de 61.6% y la urbana es de 40.6%. Sólo 23 millones, de cerca de 120 millones de mexicanos, son considerados “no vulnerables”, lo cual representa menos del 20%.
Cada tres años vemos cómo el dinero de los impuestos se convierte literalmente en basura física, visual y sonora con más de 16 millones de anuncios que son difundidos en 2,500 estaciones de radio durante unos meses. El dinero que cuesta todo eso debería ser invertido en lo necesario: salud, educación, obra pública, investigación y desarrollo.
En enero de 2015 se anunció, por parte del Instituto Nacional Electoral, INE, la aprobación del presupuesto asignado a cada partido político: 1,376 millones de pesos para el PRI; 1,158 millones de pesos para el PAN; 886.1 millones de pesos para el PRD; 444.7 millones de pesos para el Verde; 389.7 millones de pesos para el PT; 371.2 millones de pesos para Nueva Alianza; 368.4 millones de pesos para Movimiento Ciudadano y 120.9 millones de pesos para Morena, al igual que para Encuentro Ciudadano y Partido Humanista; cifras que dan por resultado 5,356 millones de pesos para actividades ordinarias y gastos de campaña, cuyas condiciones injustas de competencia por inversión dejan a los ciudadanos sin la posibilidad de enterarse de las propuestas, en caso de que existieran.
Diez partidos políticos son los que compiten, sin que alguno pueda llegar a gobernar en términos estrictamente democráticos, ya que sólo se requiere 3% de los votos para mantener el registro, y los ganadores son determinados por mayorías relativas en función del número de votos, sin importar las abstenciones ni anulaciones. Aun cuando se ha presentado el caso de 60% de abstención, el 40% que vota cuenta, y el que gana a nivel federal lo hace con cerca del 30% de los votos: es decir, cerca del 12% del total, lo cual significa que el 88% de la población votante en realidad no quiere que ése sea el que gobierne. Así nuestra República…
El presupuesto para los partidos no es el único gasto. Según una estimación del analista de especialidad electoral Jorge Alcocer, de agosto de 2014, el presupuesto del INE es de 18,572.4 mil millones de pesos, más un estimado de tres mil millones para el Tribunal Electoral y 15 mil millones para los 32 institutos electorales de los estados y tribunales locales. Un gran total de 37 mil millones de pesos.
Es un crimen moral que se realicen elecciones tan caras, en las que las mayorías absolutas (y no relativas) de mexicanos irán a votar descalzos o con calzado barato, quizá ese día sin hambre, pero sólo ese día, porque a muchos les habrán dado una torta y una bebida para que se animen a ir a las urnas a un proceso en el que participan sólo para luego ser excluidos y mantenidos –por el sistema– en la pobreza e ignorancia, porque sólo así pueden volver a ser utilizados las veces que sean necesarias.
Quien era la candidata favorita en mi pueblo es investigada por la PGR por presunta vinculación con delincuentes de talla alta, pero su partido jura que las acusaciones son falsas. Los otros eran conocidos por sus actos de corrupción, y a los de los partidos pequeños los conocen “en su casa”. Como lo dije anteriormente, no importa el nombre del pueblo, el municipio es la célula más pequeña de la organización como república… Así nuestra República…❧
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