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La diferencia sexual

04PiaRanzatoMaría-Milagros Rivera Garretas, 1994. Fotografía de Pia Ranzato

Una de las interpretaciones más comunes en las discusiones en torno a la diversidad humana es confundir el género con la diferencia sexual. Esta última, llevada a la práctica, ha formado una visión complementaria con una carga política y simbólica que busca la libertad y, a la vez, una relación armónica entre lo masculino y lo femenino. María-Milagros ahonda en los orígenes y características de este tópico.


Entrevista a María-Milagros Rivera Garretas 1 María-Milagros Rivera Garretas es madre y abuela, ama de su casa, catedrática de la Universidad de Barcelona e investigadora del Centre de Recerca Duoda. Además de Duoda (1982) y de su revista del mismo nombre (1991), contribuyó a fundar la Llibreria Pròleg de Barcelona (1991), la Fundación Entredós de Madrid (2002) y la Biblioteca Virtual de investigación Duoda (2011). Sus últimos libros son: La diferencia sexual en la historia (Universitat de València, 2005), Leonor López de Córdoba, Memorias (Biblioteca Virtual de investigación Duoda, 2011), Signos de libertad femenina. En diálogo con la historia y la política masculinas (Biblioteca Virtual de investigación Duoda, 2012, www.ub.edu/duoda/bvid/), El Amor es el Signo. Educar como educan las madres (Sabina, 2012), Teresa de Jesús / Teresa of Ávila (Sabina, 2014 y 2016), Emily Dickinson (Sabina, 2016) y la coordinación y participación en el manual Las relaciones en la historia de la Europa medieval (Tirant lo Blanch, 2006). Sus últimas traducciones de libros: de Virginia Woolf, Un cuarto propio (horas y Horas, 2003), de Luisa Muraro, La indecible suerte de nacer mujer (Narcea, 2013); con Ana Mañeru Méndez, la poesía completa de Emily Dickinson, Poemas 1-600. Fue – culpa – del Paraíso (Sabina editorial, 2012), Poemas 601-1200. Soldar un Abismo con Aire – (Sabina, 2013) y Poemas 1201-1789). Nuestro Puerto un secreto (Sabina, 2015), y de Luisa Cavaliere, Lia Cigarini, Hay una buena diferencia. Un diálogo, BViD, 2015 (www.ub.edu/duoda/bvid/). Ha participado en los documentales: Leonor López de Córdoba, de María Teresa Álvarez (tve2,1998). Heloïse Perfundet Omnia Luce (Elena del Rivero), de Anna Sanmartí y Marta Vergonyós (España, 2009), La politica del desiderio, de Manuela Vigorita y Flaminia Cardini (Italia, 2010) y Juana de Lestonnac o Morir o Actuar, de Pablo Hernán Zubizarreta y Lucila Falcone (Argentina, 2014). Su obra ha sido traducida al alemán, al italiano y al inglés. Su página web: www.mariamilagrosrivera.com

María-Milagros, ¿qué es la diferencia sexual y por qué es importante?

La diferencia sexual es un dato del cuerpo que cada ser humano interpreta libremente una y otra vez a lo largo de su vida. En este sentido, es la sede del ser, de cada ser en singular. Y de la propia libertad y felicidad. Por eso es completamente distinta del género (gender) y no hay que confundirla con él. El género viene impuesto, la diferencia sexual nace del propio sentir y conocer el cuerpo en que una o uno fue dada o dado a luz por su madre. El género es un estereotipo social, la diferencia sexual es vivencia y palabra, experiencia y signo.

¿En dónde se acuña este término y dónde o desde dónde nace, si acaso lo es, esta corriente de conocimiento?

En Europa, a mediados del siglo XX, primero en Bélgica, Francia, Argelia, con Luce Irigaray y Hélène Cixous, y después en Italia con Carla Lonzi (Rivolta Femminile, 1970), Lia Cigarini (Librería de mujeres de Milán, fundada en 1975), Luisa Muraro (Comunidad femenina Diótima de la Universidad de Verona, fundada en 1984), donde la diferencia sexual se convierte en una práctica política auténtica y fundadora. Después en España, sobre todo en Duoda (Universidad de Barcelona, desde 1991) y en la Fundación Entredós de Madrid en su etapa originaria (2002-2014). No es una corriente de conocimiento sino una práctica que genera teoría entendida como las palabras que dicen la experiencia, que hacen pensamiento de la experiencia, distinto, muy distinto, del pensamiento, que es propio de la universidad mientras ésta fue un lugar donde hacer y transmitir conocimiento entre hombres.

¿Qué propuestas fundamentales tiene la diferencia sexual?

Luce Irigaray escribió en 1984 que la diferencia sexual es uno de los problemas, o el problema, que nuestra época tiene que pensar. Quizá más que un problema era entonces una vivencia sin palabra, sin voz, sin existencia simbólica. Por eso, no hace propuestas hacia afuera sino que mira adentro, contrata con las propias entrañas, que son la sede de la experiencia, las descifra, las expresa y entonces sí, dice el deseo femenino, le abre camino, inventa prácticas y entabla relaciones para hacerlo viable en el mundo. A lo largo de mucho del siglo XX, el deseo femenino fue el gran desconocido, aplastado por estereotipos de género e ideologías de derecha y de izquierda, todas masculinas patriarcales. Pero en 1970, por ejemplo, Carla Lonzi escribió: “¿Quién ha dicho que la ideología es mi aventura? Aventura e ideología son incompatibles. Mi aventura soy yo”. Así nació otra política: La política del deseo, como dice el título de un libro de Lia Cigarini.

¿Por qué la diferencia sexual tiene sus bases en la mística?

Porque en la cultura occidental, la mística es política. La mística es política porque explora a un tiempo los fundamentos más hondos y los anhelos más altos de la criatura humana. Y lo hace yendo de adentro hacia afuera. En cambio, el poder, que por esto es distinto de la política, actúa de fuera adentro, mandando, oprimiendo, encumbrando. La mística mantiene viva una vía de conocimiento que es la visión y la revelación, no necesariamente cristiana, vía de la que son ejemplos eminentes Hildegarda de Bingen en el siglo XII o Simone Weil y María Zambrano en el XX. En el siglo XIII, la escolástica venció sobre la vía mística como camino de conocimiento, con unos efectos nefastos sobre la vida de las mujeres, porque la escolástica es más propia de hombres que de mujeres, frente a la visión, más propia de mujeres que de hombres, sin determinismo alguno. Pero no hay que tener miedo de la visión. La palabra misma lo señala: viene de la misma raíz griega que “idea”. ¿Alguien tiene miedo de tener una idea? No. Más bien la anhela con toda su alma, como se suele decir.

¿Cuál es la importancia de la diferencia sexual en la historia del mundo?

Tanta, que sin ella no habría ni mundo ni historia. La diferencia sexual es la diferencia humana primera, y es ontológica, no social. Sin ella, no habría ni siquiera vida. Y su potencia significante no termina al nacer, sino que, en cierto sentido, empieza precisamente entonces, si una o uno es capaz de seguir el signo del nacimiento. Ahora existen políticas profesionales que se creen originales, burlándose del rosa y del azul que antes las madres usaban para distinguir a las niñas de los niños. Y sin embargo, lo que hacen es perder el origen e indoctrinar a otras y otros para que lo pierdan. Pero no hay originalidad sin origen. La madre quiere que su hija o su hijo sean originales.

¿La diferencia sexual es fuente del feminismo o de la liberación femenina?

Ni una cosa ni otra, aunque es verdad que “feminismo” es una palabra que no se ha dejado sustituir, y por algo será. La diferencia sexual, al consistir en el sentido libre del ser mujer u hombre, lo que trae es libertad. A una mujer le trae libertad femenina, que es libertad relacional, la verdaderamente civilizadora y política, porque encuentra en otro vínculo, intercambio y medida, como escribió Lia Cigarini en la revista DUODA en 1994. A un hombre le trae su propia libertad sexuada, que ellos dirán lo que es (van un poco rezagados en esto), pero que seguro no es ser patriarcas oprimiendo a las mujeres. El mundo es uno, los sexos son dos. Yo no quiero liberarme de mi ser mujer. Quiero sentirlo, explorarlo, conocerlo, darlo a conocer en su infinita riqueza.

21 de abril de 2017 

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Alejandra Atala
Alejandra Atala
Escritora mexicana y coordinadora del Programa de Cátedras de la UAEM.
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