Armando García
San Francisco Xochicuautla
Ojalá todos entendamos que tenemos por dentro lo que es el arraigo a la tierra, el amor a esa tierra que nos vio nacer, y sobre todo amar el lugar donde vivimos, valorar lo que tenemos a nuestro alrededor. Quizás es lo que nos hizo falta en un principio, aferrarnos cuando nos aten, cuando se nos comunica, que por ahí va a pasar una autopista. En 2007, sin previo aviso, se estaban haciendo levantamientos y la curiosidad nos hace preguntar de qué se trata. Se nos informa que son estudios que están haciendo los ingenieros y que por ahí va a pasar una autopista. Y uno se pregunta en ese momento por qué por ahí. Nosotros tenemos 1 901 hectáreas como posesionarios de una comunidad con régimen comunal, es decir, no pagamos impuestos, los beneficios que nos presta el municipio lo hacemos en mitad y mitad, ellos ponen el recurso y nosotros la mano de obra. Así siempre se ha estado trabajando.
Lo que hacemos es ver cuando se nos comenta qué tipo de proyecto es el que va a pasar por ahí, es que obviamente no nos conviene. Primero, autopista de cuota; segundo, el lugar por donde va a pasar. Nosotros como comunidad indígena tenemos nuestros lugares sagrados, somos otomíes, y para nosotros esos lugares son sagrados, no se pueden tocar. Tenemos esa cultura arraigada, un servidor tiene tanta fe aunque sea en una piedra; así nos enseñaron nuestros abuelos, nuestros ancestros, es algo que ya se trae por dentro, en la sangre, y que dice cuidado, ahí no toques porque te puede ir mal. Eso es, por un lado, y es parte de nuestra cultura, que estamos defendiendo.
Territorio. Pues nada más se van 22 hectáreas lineales y son bosques. En el proceso de lucha de nueve años que ya estamos por cumplir nos damos cuenta de por donde va a pasar, un área natural protegida por decreto presidencial, que lo hicieron en el sexenio de Jorge Jiménez Cantú, y que no les preguntaron a los que vivían ahí, o pidieron el permiso; son nueve municipios que van desde Ocuila, hasta el cerro de la Bufa y está considerado como parque Otomí-Mexica. Nos damos cuenta de que así se llama y estamos en un lugar que, viendo las especificaciones, en territorio del bosque no se puede abrir ni siquiera un camino. En el periodo del gobernador, que hoy es nuestro presidente, le pusieron el sobrenombre de Santuario del Agua, subcuenca tributaria del río San Lorenzo; es una zona rica en captación pluvial, donde en su mayoría hacia la parte baja están los mantos acuíferos y de ahí se extrae el agua que ustedes consumen.
Tenemos conciencia de todo el daño ecológico que va a provocar ese proyecto. ¿Por qué lo defendemos? Porque nos damos cuenta de que formamos parte del pulmón que nos queda en México, como parque otomí; son 22 kilómetros de bosque, y se modificaría esa magnitud hacia abajo, porque estamos hablando de la cordillera que divide al valle de México y al de Toluca. Detrás de todo este proyecto hay otro que se llama reserva Santa Fe y si resultara, sería aquí donde estamos.
La empresa nos dice que la construcción de la carretera es de primer mundo. De primer mundo no tiene nada. Ya derribaron árboles, cerros; de primer mundo no tiene nada, ¿no? Son carreteras comunes como cualquier otra que recorre el país, y eso es lo que nos preocupa y estamos ocupados en la resistencia. Gracias a ustedes, los estudiantes, que nos han dado ideas, hemos soportado este tiempo de lucha, porque cada vez que salimos siempre cosechamos algo, por lo menos ideas de cómo seguir manteniéndonos de pie.
Ahora puedo decir les que el gobierno, al ver que no pudo convencernos optó por utilizar su última carta, que es la expropiación. Antes no nos quería reconocer como indígenas porque no vestimos así, o sea, nos presentamos varias veces en diferentes dependencias, y siempre tratábamos de hacer las minutas en la comunidad indígena de San Francisco Xochicuautla, lo primero que decían: “no, momento, ustedes no son indígenas”, pues no creo que traiga sangre francesa o española.
Pero en su decreto expropiatorio sí somos indígenas, porque por ser comunidad comunal tuvieron que apoyarse en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, para darle visibilidad a ese proyecto y tener acceso. Ahora dicen que fuimos consultados y ponen fechas. Un servidor, como autoridad, debió por lo menos haber sido notificado, ¿no? Porque soy el primer delegado. Tuvimos que formar un consejo supremo para que también nos creyeran que somos indígenas y lo hicimos por usos y costumbres, ahí la convocatoria fue abierta en la elección de los delegados.
Pedro Chávez
Cherán Keri
Quisiera exponer ante ustedes la manera en que nosotros hemos llevado la defensa de nuestros bosques, la seguridad y la justicia.
Cherán es un pueblo que desde 2008 sufre una devastación tremenda de bosques respaldada por el crimen organizado, todo esto se conjuga con una serie de atrocidades que caracterizan a Michoacán. En este contexto, lo que vive Cherán es una tala criminal de los bosques, que se han cuidado de manera milenaria por nuestros antepasados. Ante todo esto, lo que surge en la comunidad es un proceso de resistencia y de lucha. Primero se define recuperar nuestras raíces en la forma de organizarnos, decir no a los partidos políticos. Nos organizamos a través de una coordinación general que rebasa al ayuntamiento, al presidente municipal. Establecimos una ronda comunitaria integrada de manera más sólida por 89 compañeros, hombres y mujeres que dan la vida por la defensa de la comunidad.
Nosotros decimos, al igual que otras comunidades, no al mando unificado, no a los partidos políticos, no al proceso electoral. Los partidos políticos no tienen vida como parte del proceso político de la comunidad. Ahora nosotros representamos el segundo consejo mayor de gobierno comunal. Es la figura legal, legítima y reconocida. Como parte de la representación legal y legítima, avalados en los pactos, avalados en los artículos de la constitución. Nosotros lo que hacemos es ir a las raíces y recuperar un modo de organizarnos, de manera milenaria, pero también hacer vidva la parte cosmogónica de un pueblo originario.
Primero, somos comuneros y luego ciudadanos; en lugar de decir naturaleza, decimos territorio, y en lugar de decir lo que es el planeta, decimos vida. Enmarcarnos en un territorio es enmarcarnos en una parte de un vivir en común, de un vivir en relación “con” y no ser parte ni dueños de lo que los ciudadanos consideran naturaleza. Reconocerlo es un ejercicio de ética social; de entrada, estamos poniendo en tela de juicio una cuestión que ellos llaman la verdad única, y un sistema que ellos llaman el único.
Mirar hacia los pueblos es mirar lo que estamos haciendo, y que ellos quisieron borrar por todos los medios a través de la castellanización, de la colonización y hoy a través de un imperialismo tremendo que no es más que la depredación del ser humano por el hombre y del hombre hacia la propia vida, que es la parte del planeta. En este ejercicio de ética social nosotros decimos: ¿qué es territorio? o ¿qué es la defensa del territorio? Primero: territorio no es algo que se marca con una línea. Es agua, es aire, es la vida misma, es donde finalmente se da el modo de pensarnos, el modo de vivir y el modo de definir lo que hacemos o el papel que nos toca jugar ante lo que somos en este mundo.
¿Por qué defenderlo? Porque nos quitan todo, de pasada nos están quitando hasta el miedo y quitarnos el miedo es defender esta parte de un ser que es el todo. Un deber de comunero es defender el territorio, y debería ser un deber de cualquiera, ante el llamado en este momento de emergencia en la que vive nuestro planeta. Con toda esta crisis civilizatoria que vivimos, la exigencia es repensar lo que estamos haciendo y reeducarnos ante lo que podemos hacer nosotros, responder a este llamado.
Nosotros hemos tomado algunas palabras de otros compañeros, como dicen los zapatistas: “Para nosotros nada, para todos todo”. En este pensamiento de un mundo en el que quepan muchos mundos y en este mismo esquema de pensarnos en el mundo, nosotros decimos: defender el territorio para Cherán es defender la vida misma; se traduce en defender los bosques, en defender la seguridad, en defender la justicia y en reconstruir el territorio que es nuestro lema del movimiento y del gobierno desde 2011. La invitación es a defender la vida también.
La defensa del territorio, como lo definimos nosotros, es este llamado a re-existir, a re-pensar, a re-surgir, como este modo de ir a las raíces de los pueblos originarios; es este modo de cómo hacemos estas luchas, sobre todo con otros compañeros, cómo hacemos la unificación de esfuerzos a través de una cuestión común que es la defensa de la casa común. Y entonces ése sería el llamado.
Miguel Sánchez Olvera
Consejo Tiyat Tlali
Vengo de la sierra norte de Puebla, soy totonaco. ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué es lo que nos trae? Venimos a tejer. Les voy a compartir lo que pasó en mi comunidad, en 2012 llegó una empresa que se llama Grupo México. Nosotros no conocíamos a Grupo México, no sabíamos que era una hidroeléctrica, porque ahí todos hablamos totonaco. Nos dijeron que habría mucho progreso para el municipio de Olintla. ¿Cuál es el progreso? Les vamos a pintar la iglesia, les vamos a construir un hospital, les vamos a poner una gasolinera, y les vamos a poner torres para Telcel. Pero gracias a otros compañeros que empezaron a preguntar qué es lo que harían, nos enteramos de que iban a construir una hidroeléctrica de cien metros de altura. ¿Eso qué va a ser? Pues van a generar electricidad. ¿Para quién? Es para particulares, se va a la subestación Necaxa, y para nosotros como pueblo, pues nada.
Pero como saben que nunca decimos nada, siempre hacen sus huevitos al gusto los municipios, empezaron a tumbar nuestras matas de café para llegar al río. Yo estoy acá por esas valientes mujeres que un 5 de diciembre de 2012 se enfrentaron a esas maquinotas, por eso estoy acá. He aprendido, como indígena, mis derechos, a manejar la Constitución, los convenios internacionales y los de la ONU.
Gracias a las mujeres, en general, empezó el movimiento muy fuerte. Tuvimos un plantón de tres meses, donde éramos amenazados por policías municipales, estatales, hostigamientos a nuestros hijos, en las escuelas, las primarias, las secundarias, hasta el sacerdote estaba en contra de nosotros, porque nos decían: ustedes, indios, no saben qué es el progreso, un progreso que viene con una derrama económica de 1 400 millones de pesos y ustedes se oponen. Yo en muchas ocasiones atravesé ríos a pie con nuestras compañeras a dar información, a pedir ayuda a los compañeros. Una ocasión me levanté a las 4 de la mañana, en una vereda me caí cuatro veces y dije a lo mejor sí estoy mal, me opongo a esta gran oportunidad de progreso y pues soy creyente y alcé mi cara y dije: de verdad, ¿estaré equivocado?, ¿y por qué me opongo? Íbamos a dar una información a unas comunidades alejadas y me encuentro con mi compañero y partimos, fui trabajando mi mente y sé que hasta hoy no estoy solo, que no sólo somos los totonacos en esta lucha, son de todas, de todos. Como ser humano, aquí no hay diferencias porque somos naturaleza, somos de la tierra.
Esta lucha duró dos años, con ruedas de prensa en el municipio, protestamos junto con nuestras mujeres, nosotros con machetes y las mujeres con sus palos, y nos seguían diciendo que éramos unos indios que no sabíamos nada, estábamos en contra de todos los que dominan el español. Así, un 12 de octubre, hicimos una marcha muy importante en nuestro municipio, y el 14 del mismo mes Grupo México lanzó un comunicado en el que decía que se iba de Olintla porque los indígenas no querían el proyecto y gracias a la lucha de todas y todos Grupo México se fue de Olintla. Pero dijimos: ya aprendimos a luchar, ahora qué hacemos, no nos vamos a dormir porque luego llegan diciendo que ya van a empezar el trabajo… Sabíamos que Grupo México ya había salido de Olintla, pero al empezar la lucha nosotros no sabíamos qué era Grupo México, dicen que es el segundo millonario de México, que tienen plataformas petroleras y minerías en Perú, y así fuimos conociendo a nuestro enemigo. Nos unimos a la lucha de Tetela contra Grupo Prisco de Carlos Slim, participamos en marchas y también gracias a todas y todos se le echó abajo a Slim la concesión en Tetela del Campo. Pero antes estuvimos con los hermanos de Zautla, con sus 32 comunidades que estaban con los chinos ahí posicionados. Se fueron los chinos de Zautla y hemos acompañado a otros hermanos, como los de Cuetzala de Amanautla. Ahorita tenemos una lucha muy fuerte en la zona totonaca, pues hay un proyecto hidroeléctrico, la empresa se llama Comexhidro, que afecta a cuatro municipios: Ahuacatlán, de habla totonaca; San Felipe Tlapatlán, Tlapacoya, y Chiconcuautla.
Guillermo Palma
Construcción de Mundos Alternativos Ronco Robles
Últimamente han regresado las mineras a nuestro territorio. Chihuahua ha tenido vocación minera desde la llegada de los españoles. Aparecieron los conquistadores y nosotros tuvimos adónde ir porque había mucho espacio; tal vez por eso sigamos siendo fuertes, porque nosotros no confrontamos nunca, no tuvimos necesidad de enfrentar al conquistador.
A través de estos cinco siglos, de resistencia y de haber vivido olvidados, abandonados, se nos dio oportunidad de seguir siendo lo que somos, seguir creyendo en todo lo que nos enseñaron los antepasados; ha sido posible recrear este, todo este pasado indígena, rarámuri, del cual muchos estamos orgullosos de pertenecer y de seguir fortaleciéndolo.
Al hablar del territorio no lo podemos encajonar desde cómo lo ve Occidente, pues no son líneas trazadas de cerro a cerro. Para nosotros no existe esa división, no hay esa manera de encuadrar el territorio, ni siquiera una traducción en rarámuri de entender el territorio. En ese sentido podemos ser de cualquier lugar en donde vivimos, pues no nos delimitamos a un espacio, no nos peleamos por éstos.
No tenemos esa delimitación territorial, no poseemos ese concepto tan marcado por estos espacios pero, en contraposición, vemos que el blanco llega a los territorios rarámuris, cerca el espacio donde vive en un principio, pide permiso para poder vivir y se les dio permiso, pero nosotros en nuestras casas solamente teníamos un cerquito en donde podíamos tener animalitos y el resto era libre para todos, era de todos todo.
Los rarámuris empiezan a hacer lo mismo, pero de todos modos no tenemos la misma capacidad, ni la misma velocidad porque para nosotros existe el estar bien con el otro, no lo voy a ofender de ninguna manera y queremos seguir siendo comunidad, queremos seguir siendo pueblo y seguirnos fortaleciendo de esa manera.
Son cosas que vamos explorando como pueblo rarámuri, y que difícilmente entendemos. Habrá cuestiones que no podamos entender nunca, yo creo que eso es bueno también, es la riqueza del hombre, del ser humano, de toda la humanidad, creer cosas que sólo se viven y se comprenden, porque tenemos una historia diferente en cada pueblo, cómo recreamos la vida en un espacio. Yo no voy a comprender a un pueblo que vive a la orilla del mar cuando nosotros le tenemos miedo a grandes concentraciones de agua, por eso vivimos en la montaña, culturalmente así hemos aprendido.
Estamos entendiendo también por resistencia, no solamente el territorio, sino también la vida, la muerte. En las comunidades indígenas rarámuris, este concepto de resistencia es algo nuevo, aunque en los hechos lo hemos estado haciendo a través de más de 500 años, entonces ya se empieza también a categorizar de alguna manera desde una ambición.
Entendernos nosotros mismos como pueblo, autoentendernos, autopensarnos nosotros mismos, para tener un poco más de elementos para defendernos, para proteger nuestro territorio y desde el campo de lo legal, de los litigios, es muy difícil hacerlo porque tenemos un concepto diferente de lo que es el territorio, tiene que ver con la historia, con la geografía, con las relaciones del tejido social entre comunidades.
También tiene que ver con el pensamiento, con la espiritualidad de las situaciones que ahí viven, incluso la piedra, la cueva, entonces a veces las comunidades indígenas nos metemos en un juego de defender lo nuestro ante unas reglas. Entonces, lo primero que hacemos como pueblo es primero reforzar las raíces para enfrentar más fortalecidos; ésa es otra manera de defender y entender el territorio.
Hay organizaciones que hacen un trabajo muy interesante, muy fuerte de defensa del territorio, como ellos entienden esta defensa, pero se les olvida que también hay otro tejido que se debe fortalecer desde cómo seguir siendo rarámuri, porque si dejamos de ser rarámuris, ¿para qué defendemos el territorio? Si ya no podemos seguir siendo lo que somos…
Para nosotros la danza, la fiesta, la comunidad, compartir los saberes, la palabra, el maíz es lo que nos hace fuertes, y es alrededor de la fiesta, pues está ahí la danza, pero como van las cosas, yo prefiero morir siendo lo que soy, cumpliendo con ese encargo, porque un día las cosas se tienen que acabar y hay que caminar a otro espacio, hay que llegar a ese lugar dignamente, haciendo lo que nuestros antepasados nos encargaron, entonces ya no es morir, es morir danzando, cumpliendo con ese encargo de los antiguos. Morir danzando quiere decir: mi abuela murió siendo mi abuela, mi madre murió siendo mi madre, no fue algo más cuando se murió, fue mi mamá y así murió, siendo mi mamá.
Arturo Escobar
Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos
Las presentaciones han sido tan lúcidas y contundentes, que realmente no tengo mucho que añadir. El pensamiento, y con frecuencia los saberes, conocimientos y experiencias de los pueblos en resistencia, tienen tanto que enseñarnos…
Voy a dar tres ejemplos sobre la pregunta del territorio:
Primera historia: me acordé de esto con algo que dijo Guillermo sobre la estrategia de sus comunidades, históricamente fue replegarse del territorio. Me pregunto si en esas comunidades hay un concepto del territorio ancestral, del gran territorio de antes de la llegada de los conquistadores. ¿Cómo siguen pensando ese territorio ancestral? El ejemplo es de un grupo indígena en Bolivia, que vive muy alto en las salinas, donde desafortunadamente ahora están encontrando litio. Las personas de esa comunidad decían: “Aquí no hay mucho, pero tenemos todo”. Y ese tener todo es tener lo necesario para crear y recrear la vida que hemos conocido y con la cual queremos seguir viviendo.
Segunda historia: es una práctica muy antigua que existe entre comunidades afrodescendientes, en la región del pacífico de Colombia, que es una región de bosque tropical húmedo. La gente habita a lo largo de los ríos, son descendientes de esclavizados que llegaron ahí en el siglo XVII para la mina de oro y fueron formando poblados libres a través de la historia. Tienen una práctica que se llama: La ombligada, que nunca he visto en comunidades indígenas, pero sí en comunidades maoríes en Nueva Zelanda. Consiste en que al nacer el bebé, el cordón umbilical y la placenta se entierran, ya sea debajo de los pilotes de la casa o al borde del bosque, y el ombligo del bebé se llena con una sustancia que escoge la comadrona: puede ser un polvillo de oro, porque hay mucha minería, para que la persona cuando crezca tenga suerte en la minería; o puede ser el hueso del ciervo del venado, para que también sea un poco ciervo y sea bueno en la cacería; puede ser de muchísimas sustancias, pero la idea no es solamente vincular al ser humano a la idea del territorio. El vínculo con el territorio es fundamental, se establece desde que el ser nace y desde antes, posiblemente; también transferirle a ese ser humano algo del ser animal, del ser planta. Somos todo al mismo tiempo, existimos porque todo existe.
Tercera historia: un mayor de una comunidad negra, de un río del Pacífico, me decía frente a la pregunta del territorio: “Tierra puede tener cualquiera, pero territorio es otra cosa”. El territorio es mucho más que tierra, considero que en todas las presentaciones lo dijeron de una manera contundente. El territorio es donde hacemos la vida, donde la recreamos, el territorio es más que el planeta, es la vida misma y, a veces, no hay conceptos para nombrarlos en las lenguas originarias. Es como dicen aquí: “Algo que no podemos explicar pero que es donde habita el pensamiento, donde se da el modo de vida”.
Quiero mencionar, por último, una nota académica, y es que el concepto de territorio es relativamente nuevo. Se puede decir que los pueblos siempre han vivido con un pensamiento del territorio; es posible que sí, pero en las lenguas no existe el concepto de territorio, sino el flujo de la vida con todos los elementos. No existe ni siquiera el concepto de naturaleza, eso lo conocemos evidentemente desde la antropología. Es un concepto completamente inventado por la modernidad; el concepto de lo humano, como lo conocemos, también es inventado.
Un geógrafo brasileño que se llama Carlos Walter Porto, explica que el concepto de territorio es una invención de los movimientos sociales indígenas en Centroamérica. Los primeros fueron los del Amazonas, comienzan en los años ochenta. Recordemos que en las décadas de 1960 y 1970, fueron las grandes movilizaciones campesinas en América Latina, por el derecho a la tierra, la tierra para el que la trabaja. Para la izquierda revolucionaria de esa época era la tierra física, el suelo para cultivar, no la concepción cosmogónica del territorio que tenemos ahora.
Dice Carlos Walter que en los ochenta los grupos indígenas en la Amazonia, defendiendo sus territorios, comenzaron a hablar de territorios, pero diciendo que no estaban luchando solamente por la tierra, sino también por el territorio. Y el territorio es algo mucho más complejo, en otra instancia el territorio es la vida. Gran ejemplo que en su momento nos dieron los colectivos y, tal vez, en su traducción a lenguajes occidentales, de nombrarlo territorio, que nos ha dado la posibilidad de pensar muchas cosas nuevas. Porque pensando desde la territorialidad, en vez de pensar solamente desde la tierra o los recursos naturales, hemos logrado pensar y contribuir a una conversación inter-epistémica, como diríamos, con los pensamientos y conocimientos y saberes, de las comunidades y pueblos en movimiento.
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