2017 es el año del centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), la norma fundamental que rige jurídicamente a México fijando los límites, facultades y relaciones de los tres poderes formales (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) en sus tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal). Violeta Pacheco entrevistó a Raymundo Espinoza Hernández, quien fue abogado del Tribunal Permanente de los Pueblos-capítulo México, el máximo tribunal que ha sesionado en este país y de cuya sentencia final se desprenden las bases para el proceso de una Nueva Constituyente Ciudadana Popular (NCCP).
Entrevista a Raymundo Espinoza Hernández
En este año de análisis y reflexiones en torno a la CPEUM, ¿por dónde comenzarías?
Comenzaría por la historia del constitucionalismo mexicano, pues tiene que ver con la lucha por la independencia, la soberanía y la construcción de instituciones; de un Estado que se ve continuamente amenazado por los imperios coloniales que quieren las riquezas que hay en este país y sus territorios. En su momento, la batalla por la independencia en contra del imperio español; después las invasiones de países europeos, como Francia e Inglaterra, y luego Estados Unidos.
¿Puedes contar la historia de la CPEUM de 1917, la historia de cómo se llegó a ella?
La primera Constitución vigente en nuestro país fue la de Cádiz en 1812. Estuvo vigente hasta 1815, en un momento de mucha turbulencia en México porque la idea de consolidar una nación independiente del reino español ya estaba ahí puesta, y eso fue contemporáneo a los Sentimientos de la nación, con José María Morelos y Pavón. Luego, la Constitución de 1824, es propiamente la primera de México como Estado independiente.
Después la constitución de 1836 y la de 1843, que no son muy bien vistas en la historia oficial de nuestro país, aunque tienen un sentir histórico con aportaciones propias. También la de 1857, antecedida por lo que fue el acta constitutiva del 47, es una constitución típicamente liberal en la parte orgánica, que son derechos individuales y en la división de poderes.
Es interesante la trayectoria de las constituciones, sus contenidos y el perfil que toman la lucha de clases, las luchas de grupos de poderes en nuestro país y las batallas con ejércitos extranjeros.
De hecho, el estallido revolucionario de 1910 está marcado por la dictadura de Porfirio Díaz, pues él decide saltarse algunos obstáculos estructurales y gobernar de espaldas a la Constitución de 1857, que imponía ciertos controles y trabas al el Presidente. Entonces para evitarse problemas de gobernabilidad, decide instalar la dictadura durante 30 años. Luego vienen los reclamos de los liberales mexicanos; la figura de Francisco I. Madero es la que representa esta batalla por la reivindicación de la Constitución del 57, por elecciones efectivas, sufragio efectivo y no reelección. Precisamente lo que había hecho Díaz era mantenerse, perpetuarse en el poder sin llevar a cabo elecciones que estaban previstas en la Constitución del 57, y lo que sucede después de eso en la lucha social es que se va haciendo mucho más clara la contradicción entre las diferentes clases, una contradicción que quizá cuando se redacta la Constitución del 57, no resulta tan clara, pero ya para principios del siglo XX sí lo está. Había una clase social, sobre todo campesina, porque la clase trabajadora (obrera de tipo industrial) no se encontraba tan desarrollada, pero el campesinado sí y vivía en condiciones muy precarias de supervivencia, casi en situación de esclavitud, a causa de las haciendas y las tiendas de raya.
Esa composición social de México es la que lleva adelante una revolución, ya no sólo política o típicamente burguesa (llena de derechos políticos o civiles), sino también una social, en la que se debate no solamente que haya elecciones, o la democracia formal, sino además contenidos; se está discutiendo sobre la distribución de la riqueza social y una igualdad de derechos que no existían en este país. Ésos son los antecedentes inmediatos de la constitución, que luego se verán plasmados en el texto. Claro, para llegar a eso sucedieron encuentros, batallas muy complejas, pero que dan cuenta al final de cómo la fuerza social fue suficiente para tener una Constitución de vanguardia, avanzada, con contenidos innovadores que no estaban en ninguna otra, que incluso rompen con los moldes de lo que se entendía como una constitución –y eso se ve en los debates del Congreso Constituyente de 1916 y 1917–, y que sirven después para los cimientos de la constitución soviética.
Los avances de nuestra Constitución respecto a la soviética son el tema de la educación pública, de la soberanía nacional y el trabajo, ¿cierto?
En esencia sí, pero también representan un avance la figura de sujeto político en la Revolución mexicana y los debates que lograron establecerse como los grandes pilares, que siguen estando vigentes para el constitucionalismo. Una vez que Madero asume el poder y Pino Suárez es vicepresidente, viene el golpe de Estado de Huerta, quien dejó de ser el secretario de gobernación nombrado por el Presidente Lascuráin; una vez que éste dimite del cargo, quien sube es Huerta y asume el poder como presidente; es entonces cuando los gobernadores de las diferentes entidades federativas se mostraron dubitativos. Algunos apoyaron, otros no decían nada, pero hubo uno que dijo que no, que no lo iba a apoyar y que habría que levantarse y que la revolución debía continuar. Ése fue Venustiano Carranza, y de allí surge lo que se conoce como los carrancistas, el Ejército constitucionalista. En un principio lucharon todos juntos, el Ejército del Sur, la División del Norte y el grupo de los Carrancistas. Claro, en medio de muchas contradicciones, porque no tenían la misma composición social, ni los reclamos eran iguales. No es lo mismo el Plan de Ayala que las reivindicaciones del villismo o el Plan de Guadalupe en su versión original.
Quienes al inicio lucharon juntos después tomaron distancia unos de otros, hasta que llega un momento donde se enfrentan y Carranza asume la presidencia. Ese enfrentamiento se vuelve directo entre el zapatismo del Ejército del Sur y lo que sería la División del Norte, comandada por Francisco Villa, que es el episodio de la Convención de Aguascalientes, en 1915, donde se reúnen los dos ejércitos y luego viene la entrada triunfal a la Ciudad de México; Carranza es arrinconado en el puerto de Veracruz.
Toda esa lucha no alcanzó para que la Revolución la ganara Francisco Villa o Zapata, o para que algún otro villista o zapatista fuera Presidente de la República, pero sí para imponer un programa de Constitución con toda la sangre de la fuerza social derramada a través de los que fueron los constituyentes de ese Congreso en 1916 y 1917.
Específicamente, los artículos paradigmáticos son tres: el artículo tercero constitucional, relacionado con la educación; el artículo 27, que tiene que ver con la tierra –con la extinción del fraccionamiento del latifundio, con la destitución de tierras usurpadas y la dotación de tierras que le iban a regresar a las comunidades que habían sido despojadas. Así surge la comunidad agraria. Los campesinos que se agruparon y no tenían tierras ni agua suficiente se las iban a repartir, dando pie al nacimiento de los ejidos– y, por supuesto, el artículo 123, que rige las relaciones entre el trabajo y el capital, entre los trabajadores y los patrones.
Además de estos tres artículos paradigmáticos están los referentes a la laicidad, con esta separación entre Iglesia y Estado. Incluso si revisamos los debates del Congreso Constituyente, podríamos ver que el debate más fuerte fue casi al principio. Se debatió todo, hasta el nombre de Estados Unidos Mexicanos o de República Mexicana o qué nombre ponerle. Cuando llegan al artículo tercero es cuando se da realmente el debate más fuerte, acerca de si debía ser educación racional o laica, pero en todo caso había que separar. La idea era quitar a la Iglesia como responsable de la educación. En ese momento a nivel primaria, luego se desarrollaron los siguientes niveles de educación básica durante el siglo XX.
Aparte de los debates constituyentes sobre los artículos paradigmáticos, ¿cómo fueron las votaciones en ese Congreso Constituyente de 1916 y 1917?
Casi todas las votaciones fueron por mayoría, no por unanimidad. El artículo 27 y el 123 fueron votados por mayorías absolutas, incluso querían que se registrara por unanimidad, pero los votos fueron mayorías absolutas. No había grupo alguno que no quisiera esos artículos. Es más, quienes los redactaron eran gente de Carranza. El asesor principal, Molina Enríquez, era cercano al grupo de los carrancistas. Ellos no se pelearon contra Heriberto Java o los otros representantes, digamos, del sector obrero, gente que había estado en las luchas en Veracruz, en la huelga de Cananea. Todos los constituyentes estaban conscientes de las necesidades del país y de lo que había significado la guerra entre los diferentes grupos para garantizar la construcción de un nuevo Estado mexicano. La Constitución, que hoy celebra su primer centenario, es en muchos sentidos un punto de culminación de todo el proceso social de nuestro país, y su texto original permite que en 1938 se pueda redactar lo relativo a la Expropiación Petrolera.
Como comunidad universitaria tenemos que aprender a leer la vigencia efectiva, la aplicación y las transformaciones de nuestros documentos constitucionales. Esto siempre a la par del desarrollo del capitalismo mexicano; no lo podemos entender de otra manera.
Tomando en cuenta el debate y el texto del artículo tercero constitucional, ¿qué piensas que hace falta hacer desde las universidades públicas para este centenario constituyente?
Algo que se debe hacer, y que no llevan a cabo las universidades ni los especialistas, es generar una historia crítica del constitucionalismo mexicano. Como comunidad universitaria tenemos que aprender a leer la vigencia efectiva, la aplicación y las transformaciones de nuestros documentos constitucionales. Esto siempre a la par del desarrollo del capitalismo mexicano; no lo podemos entender de otra manera. Si no lo hacemos a la par o no logramos entender el proceso y sólo hablamos en términos constitucionalistas, es porque hay miedo de hablar del capitalismo y no lo podemos entender, o nos cuesta mucho integrarlo a nuestro aparato conceptual. Nos seguimos quedando en cuestiones formales que no nos funcionan para entender qué fue lo que pasó antes y después de la Constitución del 17.
Se necesita un cambio en la estructura de poder, en la forma de gobierno actual. Tan sólo el presidente vigente tiene ciertas facultades que le permiten controlar a las masas de campesinos y a las de trabajadores, y lo hace por decreto. El decreto es un instrumento fabuloso para controlar el movimiento campesino y a los obreros; a los sindicatos, incluso, los cuales requieren de la toma de nota, que es un reconocimiento del Estado que a fin de cuentas otorga el Presidente. Luego viene el ejercicio del derecho más fuerte que tiene la organización obrera: el derecho de huelga. Quien lo reconoce es una instancia que depende del Presidente. Éstos son, por ejemplo, algunos de sus controles, establecidos en el texto original de la Constitución.
Además de éstos, la estructura de poder formal no contempla otras formas de participación, como son el plebiscito o referéndum…
Había una reivindicación importante en el municipio libre, pero no alcanzó para eso. ¿Qué es lo que había? Una democracia formal con un presidencialismo muy fuerte. Aunque durante el siglo XX se avanzó en algunas conquistas sociales, en las que la democracia era limitadamente electoral, pero estaba llena de fraudes, al menos desde el 88: la corrupción y la crisis económica también se encuentran en un momento álgido por la crisis del petróleo, y eso sirve de pretexto para que los gobiernos extranjeros, en este caso el estadounidense, empiecen a tomar mandos ya no sólo desde fuera, sino desde adentro, porque la estrategia que respaldan es presionar al gobierno mexicano para que le permita explotar los recursos naturales y las riquezas del país, con su mano de obra incluida.
Lo que la estructura de poder de Estados Unidos ha hecho, es educar a los gobernantes mexicanos en sus universidades, luego los mandan de regreso y los convierte en presidentes de la República. Miguel de la Madrid es el primer Presidente que, además de haber cursado derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, se fue a estudiar Economía a Harvard. Cuando regresa, comienza a transformar el Estado mexicano. La primera gran reforma del neoliberalismo es la suya, con tres sectores: el privado, el público y el social; dividió las áreas estratégicas y las del desarrollo nacional. Ésa es la primera gran reforma del neoliberalismo, en la cual se reestructura la intervención del Estado en la economía. Otros presidentes tienen el mismo perfil, como Carlos Salinas de Gortari o Ernesto Zedillo Ponce de León. El único que es medio baboso es Vicente Fox, pero después viene Felipe Calderón, quien tiene el mismo perfil. Enrique Peña Nieto también es un inútil, pero tiene un perfil que ya no necesita la academia. Él simplemente es una hoja en blanco para el gobierno estadounidense, principalmente para el partido republicano, y para los intereses petroleros.
La crisis que actualmente vive el capitalismo no es nueva; han existido diferentes. Entonces se plantea el proyecto neoliberal para dar una alternativa, una salida a la crisis, y esto lo realizan como proyecto económico sustentado en una base jurídica de transformación constitucional. De aquí las múltiples modificaciones a los artículos paradigmáticos y, en sí, a la esencia de la Constitución de 1917.
Esto que mencionas es claro. No solamente la crisis del petróleo que afecta el sexenio de López Portillo y lo obliga, al final, a nacionalizar la banca, sino además que esa crisis se entiende en un contexto mundial de crisis del capitalismo, a finales de los años setenta. Por eso los ideólogos, que habían preparado todo esto que ahora es el neoliberalismo, empiezan a tener la posibilidad de llevar adelante como política pública lo que habían planteado al principio como cuestión teórica, y la globalización aparece con este rostro que hemos ido conociendo.
¿Qué es lo que sucedía? No podían llevar adelante la política económica neoliberal en nuestro país y frenar la crisis porque les estorbaban las instituciones públicas y las leyes, específicamente la CPEUM. Porque eso de los principios nacionalistas, como dice Enrique Krauze y lo repite José Ramón Cossío, es una moda muy atrasada, un modismo cultural viejo. Lo de ahora es la globalización. Si lo planteamos así, ésta va en contra de lo que establecía la CPEUM. Los derechos sociales también estorban porque implica que el Estado intervenga en la economía para garantizar esos derechos y, por supuesto, que restrinja el ejercicio de las libertades de los capitalistas, de los propietarios privados del capital. Eso es lo que no les gusta.
Estos acomodos jurídicos en términos del desarrollo del capital aparecen como un retroceso al texto original de la CPEUM. De ahí que el paquete de las once reformas de Enrique Peña Nieto sea parte de un desmantelamiento de la constitución del 17.
Lo que pienso es que todas estas reformas neoliberales que se han montado sobre la Constitución que teníamos antes de la década de los ochenta, son un retroceso histórico y son contrareformas anticonstitucionales. Esta política económica neoliberal nos coloca en una situación histórica de gran retroceso respecto de las opciones del horizonte histórico del principio del siglo XX o del último cuarto del XIX. El horizonte de la revolución comunista, entonces, parecía mucho más claro de lo que parece hoy. En ese sentido, en lugar de avanzar con un desarrollo positivo, por decirlo de alguna forma, con un capitalismo racional, la propia burguesía decidió avanzar por el lado de un capitalismo salvaje irracional, que no sólo destruye la vida de los trabajadores, que son su fuerza de trabajo, sino asimismo el planeta. Ése no es el marco en que se inscriben las transformaciones de la Revolución mexicana, sino un proceso histórico completo de retroceso gravísimo, que nos pone en riesgo de muerte a la humanidad completa y de destrucción del planeta.
Y en el momento actual mexicano, con la llegada de Trump, ¿hacia dónde irán los cambios constitucionales?
Ahora llega Trump, contra todo pronóstico, a la presidencia de Estados Unidos. Trump dice no más libre comercio, según porque quienes sacaron provecho fuimos nosotros, lo cual es mentira; hay un sector de capitalistas en EUA a los que sí les convino (del cual viene Hillary Clinton), pero a otro grupo de capitales a los que representa Trump, no. Ahora, en términos constitucionales, los gobiernos neoliberales de nuestro país modificaron la Constitución mexicana en esos artículos paradigmáticos, y muchos más, para adecuarla a los requerimientos de la acumulación de capital que le mandataba Estados Unidos y que estaban guiados por la política económica neoliberal. Por eso se tuvo que modificar prácticamente el derecho interno de nuestro país en su totalidad, para adecuarnos a lo que decía el Tratado del Libre Comercio.
Los gobiernos mexicanos son los que nos han entregado, son los traidores a la patria. Existen capitales diferentes: por un lado, los que está defendiendo Peña Nieto y no quieren salirse del libre comercio –ellos desean que la Constitución siga como la han dejado hasta hoy y llevar a cabo los cambios que aún les faltan– y por otro, la ciudadanía y los pueblos que están proponiendo una economía y forma de gobernarse diferente. Con estos dos proyectos, la Constitución nos va a quedar con muchos artículos muy valiosos todavía, que nos permiten reconocerla y, sobre todo, defenderla; pero también con un desmantelamiento gravísimo de muchos de esos contenidos sociales y principios nacionalistas que tenía el texto original.
Hoy, más que nunca, frente a la posición que asume Trump y frente a la posición contradictoria del gobierno mexicano, contraria a los intereses de nuestra nación, debemos criticar las formas autoritarias de gobierno del régimen presidencial mexicano y de democracia limitada meramente electoral. Criticar todo el reformismo neoliberal que nos han impuesto, criticar esas formas autoritarias de gobierno que se han ido desarrollando especialmente desde 1997, con el desarrollo de una partidocracia electoral que nos excluye de forma estructural de la vida pública en nuestro país. Además, tenemos que reivindicar a más instituciones y derechos que no están en nuestro texto constitucional. Ésa es la tarea que se debe hacer y que en la actualidad está más presente que nunca ante el escenario que nos plantea la llegada al poder de Trump. Estas tareas van, incluso, más allá. ❧
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