Nadie podrá jamás ver el paisaje como lo pinta Jorge Cázares, pintor, gran pintor. Necesitaría unos ojos del tamaño del paisaje, omnipotentes. Mis ojos no pueden dominar la interminable distancia blanquecina que se incrusta en el confín, al mismo tiempo la delicada minucia de la hoja que tiembla en el árbol, el millón de hojas que tiemblan en el árbol en primer término, la danza sube-y-baja de las colosales peñas, la tersura del camino de hormigas y el humo dormido cerca del horizonte y la encajería de las nubes en un cielo que canta glorioso, soberano en el alma de...