El teatro comunitario genera vínculos con el espectador, no sólo a través de puestas en escena relacionadas con su cotidianidad, sino también involucrándose en procesos que impactan de fondo en la convivencia. El poblado de Chiamilpan es un ejemplo de cómo el arte puede cambiar la realidad.
La producción escénica de imágenes,
relatos y experiencias en espacios sociales
atravesados por fuerzas en relación,
participa en el modelado de la sensibilidad social
de la colectividad.
Alicia del Campo 1Del Campo, A. (2004) Teatralidades de la memoria: rituales de reconciliación en el Chile de la transición, Serie Estudios Culturales, Mosquito Comunicaciones, Santiago.
San Lorenzo Chiamilpan2 En una visita del Concejal de Tepoztlán a la comunidad de Chiamilpan, éste les reconoció su organización comunitario y les invitó a defender la raíz indígena del pueblo, empezando por el nombre. “Chiamilpan lleva su raíz indígena en el nombre”. Por ello se usa este nombre a lo largo del texto. y su teatro de altura
Todo empieza por un taller de teatro en zancos. Para subirse a los zancos, el actor o la actriz acepta el reto del constante desequilibrio, cuya consecuencia sería una caída al menos dolorosa y de alto riesgo para el cuerpo, a cambio de poder asumir una corporalidad que trasciende los tamaños habituales, a la vez que poseer una visión por encima de lo que el común de las personas puede ver, y la posibilidad de que éstas te vean desde lejos.
Esta breve descripción técnica del teatro en zancos habla en realidad de las características que, desde el inicio, ha tenido el proyecto de teatro comunitario al que convocó la directora morelense Sandra Romero en 2013, tras haber impartido un taller de teatro en zancos para jóvenes, en el poblado de Chiamilpan (que data de más de cuatro siglos de historia), ubicado al norte de Cuernavaca, que más tarde se volvería su comunidad. Pasó del taller al montaje de una primer pastorela, de ésta al conocimiento de los usos y costumbres del pueblo, y al mismo tiempo conformó un equipo profesional con Francisco Valdez (actor y productor con trayectoria) y Marco Álvarez (músico, antropólogo y psicólogo) para fundar el grupo de teatro Macehuales. No tardó en aparecer la segunda pastorela, esta vez monumental, con más de cien participantes en escena y con una idea de teatro expandido, que ocupaba distintos espacios del pueblo y llegaba a diversos públicos. Entonces fue necesario crear una productora teatral comunitaria, Andiamo Teatro, nombre inspirado en Kai Bredholt, quien desde su propuesta de teatro de la reciprocidad ha formado e iniciado a Sandra en el camino del teatro comunitario.
Sin necesidad de aulas ni financiamientos oficiales, el grupo Macehuales trabaja constantemente en un espacio ubicado en el corazón del pueblo, frente al quiosco y a un costado de la iglesia. A ese lugar que se ocupa como espacio para entrenamiento, bodega y sala de juntas, lo han llamado La troje. Junto a La troje está la vía por donde antes pasaba el tren, había sido el lugar ideal de varios jóvenes para trasnochar a la luz de diversas sustancias estupefacientes, además de albergar basura; hasta que el grupo Macehuales se propuso limpiar y escombrar las vías, sembrar y volverlo un espacio verde (proyecto en proceso aún) para celebrar ahí una infinidad de actividades artísticas y culturales que han transformado el uso y la energía que ese espacio aporta al pueblo. Así se conforma el “Foro al aire libre La Vía”.
El pueblo de Chiamilpan, como muchos otros pueblos de México regidos por usos y costumbres, funciona a través de asambleas, mediante las que comuneros y pobladores se hacen cargo de la infinidad de cuestiones que se tienen que resolver en un poblado, con una organización política, financiera y social, en la que todas y todos tienen voz y representación. Sin embargo, hacía falta el componente cultural en la estructura del poblado, pues si bien sus distintos barrios poseen una infinidad de tradiciones y diversos proyectos artísticos y/o culturales, todos ellos funcionaban de forma aislada y no como una acción colectiva por el desarrollo de la cultura de la comunidad. Así, para que todos los proyectos artísticos anteriores tuvieran representación en la estructura social de Chamilpa, se conforma la Asamblea Cultural El Moro.
La anterior no intenta ser una reseña de los proyectos culturales recientes en Chiamilpan; más bien presenta el complejo fenómeno acontecido en el campo del teatro con características relevantes para el pensamiento contemporáneo sobre lo comunitario y sobre los debates acerca de lo que el teatro es y no es en la actualidad.
José A. Sánchez, en su texto “El teatro en el campo expandido”,3Sánchez, J. (2007), El teatro en el campo expandido, Quaerns portatilis, Barcelona. abunda en las dificultades que el teatro tiene para ser considerado arte y, en lugar de plantear esto como un problema, visibiliza el espacio abierto que esta antidenominación otorga al campo teatral: “como no es arte, o no es sólo arte en el sentido moderno del término, la definición, aunque problemática, presenta menos dificultades que la definición misma de arte”.4Sánchez. 2007. Alejándose de su visión institucional, plantea el teatro como un medio artístico, como una “fijación de un modo de producir la comunicación social que llamamos teatralidad y que afecta tanto a la construcción de la identidad (individual y colectiva) como al manejo de las relaciones entre distintos grupos sociales”.
El proyecto teatral en Chiamilpan ejemplifica de forma clara cómo en esa comunidad el teatro ha trascendido los límites del escenario para devenir en espacio, en experiencia, en asamblea, fogata, ritual, festival, encuentro, memoria. El teatro como una forma de habitar el espacio geográfico (limitado) y simbólico (inagotable) del pueblo de San Lorenzo Chiamilpan; un teatro que no se reduce a la producción de espectáculos –actividad que se mantiene constante– sino que se expande al campo de la interdisciplina y de otros componentes rituales y culturales del pueblo, como la música, el relato, la danza tradicional, los rituales religiosos de madrugada, entre muchos otros.
En este proyecto teatral conformado por varios proyectos (grupo, foro, asamblea, productora, espacio), el teatro es resignificado como potencia creadora de experiencias colectivas que, como menciona Alicia del Campo al inicio de este texto, participa del modelado de la sensibilidad de una colectividad y, por tanto, representa una acción política concreta y potente de transformación social que opera desde lo simbólico para influir en procesos materiales y discursivos concretos, por ejemplo, que cada vez menos jóvenes asistan a la vía a consumir estupefacientes y cada vez más personas de todas las edades asistan al mismo lugar a ver teatro o danza, a oír música o a sentarse alrededor de una fogata para escuchar memorias de los ancianos del pueblo.
Así como la noción de teatro es resignificada en este proyecto, también lo son los abordajes de lo comunitario y los alcances del arte y de la estética, que en el caos del tiempo actual urgen ser replanteados. Si bien la noción de comunidad es amplia y cada comunidad presenta características y dinámicas distintas, en el contexto contemporáneo lo comunitario no puede limitarse a la intervención parcial y esporádica de estrategias artísticas o culturales que poco se involucran con el pulso de la colectividad. En un caso similar, acerca de la estética, Ranciére advierte cómo ésta ya no remite al juicio estético sino a una aisthesis,5Ranciére, J. (1994) Histoire des mots, mots des l´histoire, Revista Communications, n° 58. es decir a una relación sensible con el compartir que se pone en juego en el arte.6Ranciére, 1994. El multiproyecto teatral en Chiamilpan apuesta por este compartir desde lo sensible, como un modo de construir constantemente un mundo en común dentro de la comunidad misma, desde su historia, sus usos y costumbres y tradiciones, para actualizar la manera en que se habita y vive la riqueza de ser y hacer comunidad.
En su segundo aniversario, este proyecto se expandió y celebró la semana de la memoria, a la que acudieron decenas de artistas y cientos de participantes del poblado mismo, de Cuautla (ciudad invitada) y de varios puntos de Morelos. Lo que empezó en 2013 con un taller de teatro en zancos, hoy tiene la visión de ser un proyecto referente del teatro y del arte comunitario que se hace en México.
Si establecemos una comparación de lo que fue en el inicio y las dimensiones que ha ido tomando este proyecto, podemos decir que el desequilibrio constante del artista en zancos se manifiesta en la tensión social, política y económica que la institucionalidad y la centralización de las sociedades modernas en que vivimos generan –como a muchos otros– a esta acción comunitaria; el riesgo de caer de los zancos es equiparable al reto de levantar y sostener una iniciativa de estas dimensiones con una cantidad muy limitada de recursos. Por otro lado, los maderos que sostienen al zanquero o zanquera en lo alto son el esfuerzo colectivo, la planificación estratégica y profesional y la sensibilidad artística que dan al proyecto teatral Macehuales / Andiamo Teatro la visión de un teatro de altura, con la que las y los habitantes del pueblo de San Lorenzo Chiamilpan tienen la posibilidad de ver el valle de Cuauhnáhuac y el mundo entero. ❧
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