La fotografía de Bela Limenes nace del estudio de la cotidianidad y del tiempo; consecuencia de ello son las series en las que retrata los cuerpos de las mujeres, un tópico en el que ha profundizado, logrando un diálogo visual acerca de la feminidad. Profesora de fotografía y libro de artista en la Facultad de Artes de la UAEM desde 2004. Invitamos a los lectores a que visiten www.belalimenes.com.
Una buena parte de su obra está dedicada a la exploración de la figura femenina, ¿cómo inicia esta búsqueda?
Desde que empecé a hacer fotografía en los 80 una de las temáticas que me llamó la atención fue el cuerpo femenino. Puede ser porque lo entendía mejor y por ahí hacía fluir mis emociones. Trabajar con la imagen y representación de la mujer, los cánones de belleza, la mujer vista como objeto. Hace unos años la necesidad cambió un poco, siempre había estado detrás de la cámara, era el momento de ponerse frente a ella para entender el proceso de envejecimiento que empezaba a tener. Romper con los estereotipos y mostrar la belleza y sensualidad en una mujer mayor. A través de mi cuerpo representaría a otras mujeres.
Justamente, las partes del cuerpo tienen una carga simbólica muy fuerte en sus fotografías; nos acercan a las distintas facetas de la piel. ¿Cómo determinas qué parte del cuerpo mostrar?
Me interesa mostrar todo el cuerpo, pero fraccionado. Cada parte tiene algo que contar, es nuestra memoria de vida. A veces sí pienso en algunas partes en particular que son las más comunes o representativas del cuerpo femenino, pero me interesa mostrar cada rincón.
Los personajes de la serie Interiores parecen sometidos a una especie de inexistencia. Son como fantasmas habitando edificios que ya no les pertenecen. Háblanos más de cómo fue configurándose esta colección.
Precisamente de eso trata. Son unas fotografías análogas, hechas hace bastante tiempo en un edificio abandonado de la Ciudad de México. Fue un juego de presencia y ausencia, de nostalgia, de lo que puede ser la relación de pareja. Los espacios iban dictando la composición de las fotografías, así como la libertad que les di a los personajes de interactuar.
En otras series, como Recuerdos, hay una necesidad por la nostalgia. ¿Es el pasado la materia prima de tus proyectos?
La serie Recuerdos está hecha con una cámara de plástico (Holga), que tiene esa estética en particular, como si fuera de otro tiempo. Con esa cámara me gusta trabajar en la calle, con lo que me voy encontrando. Este proyecto en particular no es sobre el pasado, es más bien sobre la memoria y la retención de las imágenes asociadas a vivencias.
Sirenas se compone de imágenes que alcanzan cierto surrealismo, lo cual salta junto a las demás imágenes; técnicamente, ¿cómo fue el trabajo creativo para llegar a ese resultado?
Es una serie que a mí me gusta mucho. Siempre me han cautivado los acuarios, así que decidí mezclarlos con desnudos, que es mi tema recurrente, y formar estas sirenas. Son montajes análogos de dos fotografías diferentes y posteriormente coloreadas con aerógrafo a través de plantillas. Eran piezas únicas y gracias a la tecnología las he podido digitalizar para poder reimprimir a mayor tamaño y también hacer libro de artista.
La serie 37° parece conectarse con Sirenas. ¿Qué papel juegan el mar y el agua en el proceso creativo?
Esta serie también está hecha con la cámara de plástico. Va directamente relacionada con la nostalgia, mi infancia y las fotografías que mi padre nos hacía en las vacaciones con la cámara Polaroid. El mar siempre me ha gustado. Ir a vacacionar, relajarse, escucharlo. El placer de estar.
Todo mi trabajo de una u otra manera se relaciona, tanto en temática como en la estética que se maneja. Me gusta jugar con el movimiento, cierta abstracción que acerca mis fotografías a la pintura. ¿Qué sigue…? Un trabajo de rescate e interpretación del recuerdo y la memoria, de cómo percibimos y reinterpretamos el mundo. ❧
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