El número 8 de Voz de la tribu estuvo dedicado al análisis del sistema educativo tradicional. En esta ocasión, publicamos tres textos que aportan interesantes puntos de vista que dialogan con los autores convocados en dicha edición. Invitamos a los lectores a que nos dejen escuchar su voz a través de sus comentarios, los cuales nos pueden hacer llegar a vozdelatribu@uaem.mx.
CARTA SOBRE
PEDAGOGÍA WALDORF
Con mucha expectativa he leído en la revista Voz de la tribu el artículo “La divergencia entre Freire e Illich. Una conversación con Gustavo Esteva”, y tal vez éste haya sido el error, pues quien va con expectativa espera algo que, aunque sea indefinible, es buscado.
Claro que me fui entusiasmando: “[…] es la gente la que debe construir el mundo nuevo. Ésa es la revolución que hoy estamos buscando, en la que no es un grupo de revolucionarios el que define el camino a seguir, sino la propia gente es la que toma en sus manos sus destinos para crear un mundo diverso […]: un mundo en el que quepan muchos mundos, […]”; “coaliciones de descontentos”, “[…] hacer que el estudio [universitario] sea la actividad gozosa de personas libres, […]”; y encontrar serios pensamientos sobre la preparatoria. Parecían copiados o extraídos de la iniciativa que tuvimos un grupo de maestros en Cuernavaca cuando organizamos un encuentro en agosto de este año, cuyo título fue “Preparatoria para la vida”. Coincidencias, dicen unos; diosidencias, dicen otros. Celebro el encuentro en las ideas que se pronuncian en bocas diferentes de personas que nunca antes han conversado sobre los mismos.
Luego viene el desliz. La incongruencia y la exclusión de la casa común de una pedagogía que le pertenece (al mundo donde caben muchos mundos) y que desde hace casi un siglo batalla por el respeto a la naturaleza humana, practicando con la del niño y el joven.
Digo incongruencia primero por las opiniones incorrectas sobre Emil Molt. ¿Dueño de una serie de fábricas y hoteles? Su intención… ¿Que los hijos de los proletarios, en 1919, pudieran tener la misma educación de las personas acomodadas? El privilegio de ser alumno Waldorf… ¿Las escuelas Waldorf son exclusivas para grupos altamente privilegiados? Y la afirmación contradictoria de una pedagogía que puede ser maravillosa y excluyente al mismo tiempo.
Ninguna pedagogía puede resultar maravillosa si es excluyente. La experiencia de maestros Waldorf puede dar pruebas de que la pedagogía Waldorf no es, por sí misma, excluyente. El único privilegio de los niños Waldorf es haber tenido padres que libremente decidieron meter a sus hijos en una escuela Waldorf. Conocer la intención vigorosa y visionaria de Emil Molt (“[…] que por la muerte prematura de sus padres y apoyándose solo en sí mismo como huérfano, con sus propias fuerzas, llegó a labrarse el éxito profesional como selfmade man”1) modificaría los prejuicios que sobre él se expresan2.
Seamos constructores de una casa común y estemos atentos a las zancadillas de nuestro pensamiento, que excluye a quien está a mi lado; no excluyamos, al decir de Juan Ramón Jiménez, a las inmensas minorías.
Cordialmente, Marco Antonio
LAS EMOCIONES EN EL
TRABAJO ACADÉMICO
El desempeño académico de los estudiantes de nivel superior se encuentra limitado por factores emocionales y motivacionales. A lo largo de mi práctica docente he observado la manera en que los alumnos se sienten más libres para desarrollar sus planteamientos y los llevan a cabo con mayor fluidez cuando son conscientes de sus emociones y le dan seguimiento a su plan de trabajo en la elaboración de sus tareas. Esto me ha llevado a afirmar que la conciencia de las propias emociones, su aceptación y adecuado manejo debería ser parte de la formación académica.
En mi época universitaria, desde el primer semestre, escribí un diario personal; anotaba mi motivación para estudiar, cómo me convenía organizar mis estudios, los temas que consideraba importantes abordar, así como las dificultades que enfrentaba. Esto me ayudó a sentirme la protagonista de mi formación. Cuando realicé la tesis de licenciatura, avancé de manera fluida y en tiempo; era un tema que me apasionaba. Pero no siempre fue así. Algunas materias se me dificultaban, me sentía frustrada al obtener una calificación baja, me desmotivaba; por otro lado, los problemas personales que enfrentaba y no sabía manejar, me afectaban emocionalmente. Todo eso generó que tuviera un desempeño bajo.
Me he dado cuenta de que, en el trato directo con los estudiantes, el manejo inadecuado y el rechazo de las emociones constituyen un factor fundamental en la calidad de su desempeño académico.
El trabajo académico requiere mucha concentración mental, análisis y comprensión. La tesis, por su parte, necesita una buena dosis de metodología y excelente redacción, además disciplina, atención, dedicación y perseverancia. Estas habilidades se ven afectadas por emociones como la tristeza y el enojo, en especial, las relacionadas con sentimientos de frustración y falta de autoestima y confianza. Por ello, es muy importante que el estudiante aprenda a manejar sus emociones y fortalezca su autoestima para enfrentarse a la crítica y a las dificultades que se puedan presentar.
Uno de los desafíos principales es el miedo a escribir. Esto se nota con la creciente tendencia al copy-paste; los alumnos prefieren atribuirse las ideas y planteamientos de otros, que hacer el esfuerzo por escribir un texto propio. Posiblemente, el mayor miedo se encuentre en la escritura. Wendy Belcher (2010), en su libro Cómo escribir un artículo académico en 12 semanas, menciona que el miedo es la emoción negativa más predominante entre los estudiantes ante la experiencia de escribir. En especial, el mayor reto suele ser la hoja en blanco, la pregunta: ¿cómo empiezo?
Si el estudiante expresa y canaliza sus emociones, desarrollando de esta manera la tesis como un proyecto no solamente de índole profesional, sino también personal, en el que las inquietudes, preocupaciones, actitudes y sentimientos tengan cabida en el proceso, podemos generar un espacio donde comiencen a fluir las ideas y el trabajo de redacción. Esto sucede gracias a una integración de la escritura personal y el desarrollo del trabajo académico mediante la elaboración de un diario de investigación en el que se vayan anotando –a modo de bitácora– las peripecias y logros que se tengan durante el trabajo.
Para esto nos pueden auxiliar técnicas de conciencia plena que nos lleven a volcar nuestra atención, nuestras emociones, a partir de las sensaciones que fluyen en el cuerpo. Esto permite profundizar y procesar las razones genuinas que nos detienen en el proceso.
Por todo lo anterior invito a los estudiantes a que identifiquen, acepten y escuchen sus emociones mediante técnicas de conciencia plena; que organicen de manera constante su tiempo y prioridades en una bitácora o diario académico, puesto que les ayudará a dirigir su proceso formativo, mejorando su desempeño como profesionistas responsables.
Rocío Aída Gómez Garduño3
A MÁS FILOSOFÍA
MENOS TERRORISMO
Un atentado en Niza, hachazos en un tren alemán, explosiones a lo largo de Oriente Medio y Europa. El terrorismo yihadista ha anidado en las sociedades occidentales y está aquí para quedarse, igual que el futbol o las telenovelas, pero con un cariz infinitamente más siniestro. Sus causas son múltiples, imposibles de abordar en un texto como el presente, y sus consecuencias negativas apenas comienzan a sentirse.
Casualmente esta oleada de violencia convive con un debate, ya añejo, sobre el papel de la filosofía en la enseñanza media y los estudios universitarios en muchos países (significativamente en España, donde la polémica ha adquirido resonancia mediática). Una vez más se está marginando a nuestra disciplina de los planes de estudios. Pareciera que se busca reducir su influencia, ocultarla o incluso erradicarla de una vez por todas.
Desde ciertos ángulos esta estrategia resulta comprensible. Si lo que interesa es formar emprendedores, científicos, técnicos, gente capaz de solucionar problemas, ¿qué sentido tiene una asignatura dedicada a buscar problemas en los que ya hay soluciones? ¿Para qué pagar a gente que se pasa la vida complicando la existencia de los alumnos y se complica la propia reflexionando sobre viejos textos? Cuanto más neoliberal sea nuestra perspectiva, menos sentido otorgaremos al estudio de la filosofía. No digamos ya desde la perspectiva de un gobierno autoritario.
Pero los riesgos de convertir a la filosofía en una “especie en vías de extinción”, cuando no totalmente extinta, son muchos. Y todos asustan, desde una mayor corrupción hasta la existencia de personas desconectadas por completo de su propia cultura. En particular me gustaría señalar la posibilidad de que la falta de filosofía provoque la existencia de muchos más fanáticos, sean del signo que sean.
Se dice que la filosofía enseña a pensar, pero eso no es cierto. Por un lado, los humanos pensamos bastante bien por nosotros mismos, sin apoyo de ninguna disciplina. Por otro, muchas asignaturas ayudan en la tarea de perfeccionar esa aptitud que poseemos para el pensamiento. Lo que sí es cierto es que la filosofía enseña a pensar de una manera particular.
En general, los problemas en clases de Física o de Química tienen una y solo una solución. Encontrarla a veces no es nada fácil, exige concentración, razonamiento y creatividad. Pero se trata únicamente de hallar ese resultado: las bases para encontrarla están dadas de antemano, cada término tiene un sentido unívoco y los métodos para relacionar los términos entre sí y éstos con el mundo están establecidos de manera muy precisa.
La filosofía (como el resto de las humanidades) no actúa así. De entrada, cada palabra que aparece en un texto filosófico está sujeta a discusión, incluida de manera especial la que da nombre a nuestra disciplina. La definición de los problemas, asimismo, varía de escuela a escuela, de periodo en periodo, no digamos ya los métodos para abordar dichos problemas.
¿Qué gana un alumno de enseñanza media o universitaria al exponerse a esta enorme selva de argumentos e interpretaciones? De entrada, se acostumbra a no casarse con una única respuesta. Con un poco de suerte, acaba por repudiar la idea de que es el poseedor de la verdad, de una verdad que tiene derecho a imponer.
La filosofía forja personas. Es constitutiva. A quienes nos dedicamos a la filosofía la pregunta sobre su utilidad nos trae sin cuidado, ni siquiera nos la planteamos. Porque no dudamos de su necesidad. Ésta se muestra en muchos ámbitos, aquí sólo estoy exponiendo su necesidad a la hora de formar ciudadanos autónomos, críticos, capaces de pensar por sí mismos e incapaces de contestarse con respuestas fáciles o demagógicas. No aceptarán fácilmente, es decir, sin reflexionar, sin darle vueltas, sin analizar con profundidad, lo que les diga el cura, el imán o el político en turno.
Mi conjetura es que cuanta más filosofía se estudie, menos probabilidades hay de que alguien se radicalice como para poner en peligro la libre convivencia. En general, las personas con amplia formación filosófica son más aptas para el diálogo; en un doble sentido: tienen más herramientas para establecer un debate razonable y bien argumentado, e igualmente poseen una mayor apertura a comprender las posiciones de sus interlocutores.
Entonces, si seguimos marginando la presencia de la filosofía en los planes de estudio, estaremos cerrando las puertas al diálogo, y por tanto abriendo la posibilidad a la aparición de más individuos fanatizados.
¿Es eso lo que queremos? Esta pregunta se debate ahora al otro lado del Atlántico, pero también debería hacernos pensar en México.
José María Filgueiras Nodar
Universidad del Mar, campus Huatulco