Alfonso Reyes configuró una de las obras más ambiciosas y vastas de la literatura mexicana. Apasionado de las letras universales, en sus libros dejó pistas de los autores y títulos con los que dialogó, pistas que ahora son descifradas por la pluma de otro escritor, Adolfo Castañón, quien rastrea la inteligencia del autor de Visión de Anahuac.
¿Pero es que tiene algún sentido distinguir entre la vida y la obra de Alfonso Reyes? ¿Acaso él mismo no lo dejó claramente establecido al final de su Constancia poética?: “Quiero que la literatura sea una cabal explicitación, y, por mi parte, no distingo entre mi vida y mis letras. ¿No dijo Goethe: Todas mis obras son fragmentos de una confesión general? Con lo único que no transijo es con el mal oficio, con la técnica deficiente”1 Reyes, Alfonso, Constancia poética, Obras Completas, tomo X, FCE, México, 1959, p. 463.
Es el buen oficio y la técnica depurada en una obra tan abundante y variada lo que desconcierta en el hecho de que tenga pocos lectores. ¿Será la vastedad en la obra de Alfonso Reyes lo que inevitablemente intimida hasta a los más valientes lectores? ¿Será la incuria, la vulgaridad o el olvido que todo lo destruye, lo que desvanece su presencia de autor entre nosotros? ¿Será su vocación de polímata y polígrafo lo que lo convierte en lo contrario de los bien acreditados bestseller en el mercado editorial? ¿Será que porque no lo podemos clasificar como “experto”, no lo podemos vender como “curioso metiche”?, cuando “metiche” de ninguna manera significa inconsistente o disperso como algún crítico pretende señalar.
La primera vez que abordamos el intento de leer a Reyes nos preguntamos: ¿por dónde podemos empezar? Los veintiséis gruesos volúmenes donde se agrupan las 13,404 páginas que componen la edición, solamente de sus Obras completas, en el Fondo de Cultura Económica, nos confirman ese acierto de Octavio Paz al señalar que los libros de Alfonso Reyes no sólo son una obra, sino que conforman en realidad toda una literatura2Paz, Octavio, El jinete del aire: http://www.alfonsoreyes.org/PazJinete.htm.
Para explorar esta amplia literatura de más de veinte mil páginas publicadas a lo largo de poco más de medio siglo en alrededor de 210 libros (sumando lo recogido en las Obras completas, los diarios, los epistolarios, la obra diplomática, las traducciones y otras publicaciones dispersas), es menester a mi juicio, trazar una carta de navegación que nos oriente en la vastedad de la literatura alfonsina: por temas; por géneros literarios; por nombres y sucesos referidos; por libros y autores citados; por libros, capítulos, secciones y páginas de su propia obra; por fechas, hechos, lugares y personajes en sus diarios y epistolarios; por su ubicación geográfica; por sus interlocutores epistolares, por tantas rutas y combinaciones como sus lectores podamos imaginar.
Existe un Alfonso Reyes para cada tipo de lector imaginable, sería bueno crear los vasos comunicantes con los numerosos lectores potenciales de la obra alfonsina. Esto mismo ha dicho sobre la obra de Octavio Paz, el ingeniero y poeta Gabriel Zaid en su artículo titulado: “El futuro de Octavio Paz”, publicado en Letras Libres el 30 de abril de 1999. Propone Zaid en el punto nueve de su texto: “También hace falta un índice global de las obras completas. Lo menos que se puede pedir es la integración de los índices separados de cada volumen en otro volumen aparte, con una sola ordenación alfabética”3 Zaid, Gabriel, El futuro de Octavio Paz en Letras Libres 30/04/1999, http://www.letraslibres.com/mexico/el-futuro-octavio-paz.
El reto consiste en diseñar y programar las estructuras de las bases de datos para la búsqueda y darles la orientación necesaria en la multitud de rutas posibles, en función de los intereses de todo tipo de lectores. Esta red compleja de espacios de lectura debe contener opciones para una amplia variedad de lectores. Desde los lectores primerizos hasta los eruditos; desde los niños hasta los adultos mayores; desde los legos hasta los especialistas. Poder saber por investigación académica o bien por simple curiosidad personal: ¿Cuántas veces aparecen y en qué tomo, libro, capítulo y página: Aristóteles, Bergson, Cervantes, Chesterton, Darío, Eurípides, Flaubert, Homero, Mallarmé, Shakespeare, Vasconcelos, Zola; o bien: Aquiles, Bucéfalo, Cancerbero, Quijote, Rocinante o Zeus?, entre otras ociosas pero muy pertinentes preguntas potenciales formuladas por la curiosidad, o mejor aún, la madurez original del erudito o el niño.
“La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño”, dice el popular aforismo de Nietzsche. El poeta Adolfo Castañón añade en la Advertencia a su libro Alfonso Reyes en una nuez que “ya se sabe que en el saber erudito el juego es necesidad”, la necesidad de saber, la convicción de que todo lo sabemos entre todos en una especie de curiosidad universal que nos lleva a preguntar, por ejemplo: ¿cuál es el sustantivo o el adjetivo más usado, o el autor, o el libro más citado en Alfonso Reyes? El libro de Castañón de reciente publicación nos anuncia el cumplimiento inicial de la propuesta de Zaid, pero en el universo de Alfonso Reyes: “Lo menos que se puede pedir es la integración de los índices separados de cada volumen en otro volumen aparte, con una sola ordenación alfabética”.
Los primeros trazos de esta red compleja de vasos comunicantes se han dado ya con el devoto trabajo de lector de Adolfo Castañón, al publicar: Alfonso Reyes en una nuez. Índice consolidado de personas, personajes y títulos en sus Obras completas. La difícil y cuidada edición publicada por El Colegio Nacional en abril de 2018, nos permite encontrar en un solo volumen de 614 páginas, los 6,626 nombres propios (sin repetición); 5,111 títulos de obras y 200 personajes de obras citadas, de entre cerca de setenta mil entradas (con repetición) que suman los índices onomásticos incluidos en cada uno de los tomos de las Obras completas de Alfonso Reyes Ochoa (con excepción del tomo X).
Castañón y colaboradores han logrado con esta publicación desplantar los cimientos del edificio vislumbrado por don José Luis Martínez hace 25 años y que será construido como un “mausoleo condigno a fin de hacer posible el conocimiento, la elección y la valoración”4Reyes, Alfonso, Obras completas, t. XXVI, Introducción de José Luis Martínez, p. 13 del “panorama completo del jardín múltiple” que constituyen las Obras completas. Apuntando también don José Luis, certera y anticipadamente, en la necesidad de un “índice analítico acumulativo”.
Un índice es un indicio o señal de algo en relación con otras cosas. Indexar es un verbo que conjuga la ordenación de objetos o cantidades relacionadas entre sí, los libros de una biblioteca o las páginas y capítulos de un libro, o bien, la relación entre dos cantidades numéricas como la densidad de población o el ingreso per capita. En nuestro caso indexar significa la creación de una urdimbre de atajos para la lectura de una obra tan vasta y diversa como la de Reyes. Un atajo es la senda o lugar por donde se abrevia el camino, un procedimiento rápido para llegar de un punto a otro, o bien una sonda para calar con prontitud en la médula profunda de una obra. La urdimbre de atajos que el Índice consolidado compuesto por Castañón nos provee es la losa de cimentación sobre la que se construye este “mausoleo condigno” que se configura como un laberinto aleatorio finito, aunque sin duda inconmensurable, lugar de encuentros y hallazgos, detonador de oblicuas lecturas y generador de nuevas pistas y misteriosos enigmas.
Gracias al trabajo de Castañón y los exhortos previos de Alfonso Reyes y su Mem Index en 1947, José Luis Martínez en 1993 y de Gabriel Zaid en 1999, podemos vislumbrar y delinear un escenario en el que un lector interesado y conectado a internet pregunte por un nombre de autor, obra o personaje vinculado con la obra de Reyes, y en seguida, el administrador de una base de datos interactiva recupere y presente los textos completos con los resultados de su búsqueda en el tomo, libro, capítulo, sección y página correspondientes.
Al indexar los índices onomásticos con los índices generales y cruzarlos con el corpus de todos los tomos y libros ordenados podemos obtener una base de datos de dimensiones múltiples. Esta base de datos puede ser representada como una inconmensurable urdimbre de binomios imaginativos, como: un puente entre temas y un túnel entre géneros literarios; una escalera entre épocas y un sendero entre obras y autores; un mapa para entender el conjunto de la obra en la vida y un plano para describir las etapas y detalles de ambas; un telescopio para visualizar el universo de contexto y un microscopio para entender el grano fino, la médula, de la que está constituida cada obra; una partitura que revela la armonía, el orden, la belleza y un sistema de ecuaciones que explican la consistencia del conjunto en sus temas y motivos principales; finalmente los ladrillos de este edificio se conforman por una estructura de fichas bio-bibliográficas en listas ordenadas, entrecruzadas y ligadas por diversos índices y combinaciones específicas entre autores, obras y personajes.
Para crear un espacio de lectura como una red compleja de vasos comunicantes nos será de mucha utilidad: la arquitectura e ingeniería de sistemas complejos, como herramientas para explorar la fenomenología de la creación literaria en los procesos culturales y las generaciones históricas en que se gestan; los sistemas lingüísticos de inteligencia artificial y la minería de datos bibliográficos; así como las bases de datos relacionales con corpus lexicográficos en la web semántica que contengan las obras completas y las contabilidades literarias de ciertos autores como Alfonso Reyes y Octavio Paz. Se puede continuar posteriormente con las obras de los miembros fundadores de El Colegio Nacional por ejemplo. Estas técnicas emergentes tienen la gran virtud y también la provechosa oportunidad de coadyuvar en esta colosal tarea integradora y transdisciplinaria, con el propósito de establecer una red compleja de espacios de lectura, a fin de facilitar, difundir y fomentar con ello, la lectura del binomio: Alfonso Reyes y Octavio Paz para empezar de inmediato y continuar trabajando enseguida con una larga lista de autores y obras pendientes en las culturas de México y el mundo. El poeta Adolfo Castañón es un visionario que está abriendo brecha con su Alfonso Reyes en una nuez. ❧
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